Un Dios prohibido

Máximo López Vilaboa / Aranda
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Una película dirigida por Pablo Moreno recrea la historia de los mártires de Barbastro, entre los que se encontraban seis religiosos procedentes de pueblos de la Ribera del Duero

Fotograma de la película “Un Dios prohibido”, el personaje entre el hombre que va con boina y al que le atan las manos, es José Figuero, de Gumiel de Mercado.

El pasado 14 de junio se estrenaba en distintos cines de España, también en Aranda, el largometraje Un Dios prohibido, dirigido por Pablo Moreno. La película narra los hechos reales sucedidos en Barbastro (Huesca) durante el verano de 1936 cuando a todo un Seminario de Misioneros claretianos le sorprende el comienzo de la Guerra Civil.

Un total de 51 claretianos, la mayoría seminaristas muy jóvenes de poco más de 20 años, serán fusilados dando testimonio de su fe, tras estar encerrados durante tres semanas en un teatro. Durante ese tiempo escriben cartas de despedida donde hablan de su situación, de sus compañeros de cautiverio, de sus frustrados proyectos para ir a misiones, de la esperanza de ir al cielo como mártires... Todos estos testimonios escritos y el relato vivo de aquellos días han llegado a nuestros días gracias a que dos seminaristas argentinos fueron liberados en el último momento para evitar problemas diplomáticos. Juan Pablo II beatificó a todos estos claretianos el 25 de octubre de 1992.

De estos 51 religiosos un total de 6 eran procedentes de pueblos de la Ribera del Duero y eran de familias muy humildes. La presencia de los Misioneros Claretianos en Aranda desde 1897 y las misiones populares que realizaban en toda la comarca hacía que esta zona fuera uno de los principales semilleros vocacionales de la congregación. El mayor de los ribereños martirizados en Barbastro fue Sebastián Calvo Martínez, nacido en Gumiel de Izán el 20 de enero de 1903, había sido ordenado sacerdote en 1928 y tenía entonces 33 años.

Otro claretiano ribereño era el estudiante Antolín Calvo Calvo, nacido en Gumiel de Mercado el 2 de septiembre de 1912 y que tenía, por tanto, 23 años. Sus padres tenían una carnicería en el pueblo y decidió ingresar en la Congregación del Corazón de María tras el impacto que le causó una misión popular que impartió en Gumiel de Mercado el célebre Padre Janáriz, conocido como el apóstol de la Ribera. Aunque había culminado sus estudios tenía pendiente realizar el servicio militar para poder ser ordenado sacerdote.  Idéntico impedimento tenía en ese momento para ordenarse Pedro García Bernal, nacido en Santa Cruz de la Salceda el 27 de abril de 1911.

Otro de los ribereños de Barbastro era Hilario Llorente Martín, nacido en Vadocondes el 14 de enero de 1911. Se cuenta que de niño le marcó de por vida un accidente que tuvo a los 5 años y en el que las llamas prendieron en él. Las terribles cicatrices que marcaban todo su cuerpo hicieron que el Padre Janáriz admitiese su ingreso tras la autorización del padre general. Horas antes de morir, con tan solo 25 años, escribió una carta a sus padres, que entregó a uno de los seminaristas argentinos, en la que les pedía que rezasen por él y lo bendijeran.

Otro de los claretianos también era de Santa Cruz de la Salceda. Se trata de Secundino Ortega García, nacido el 20 de mayo de 1912 y que había sido ordenado sacerdote semanas antes, el 6 de junio. Como los claretianos fueron fusilados en grupos de edad, primero los más mayores y luego los más jóvenes, era el único sacerdote que iba en la saca del 13 de agosto, junto con 19 seminaristas, entre otros su paisano Pedro García. En las distintas publicaciones claretianas siempre se ha dicho que fue el sacerdote providencial, con sus 24 años, que pudo acompañar a un nutrido grupo de seminaristas y así poder darles la absolución.

En la penúltima saca, la del 15 de agosto, (habrá otra tres días después para dos seminaristas que estaban enfermos) murió José Figuero Beltrán, nacido el Gumiel de Mercado el 14 de agosto de 1911. De todos los claretianos ribereños es el único que aparece individualizado en la película Un Dios prohibido y es representado por el actor Gabriel González. En la película alude, mientras están atando a uno de sus compañeros, que ese día es su cumpleaños, que cumplía 25 años. Esto es parecido a lo que escribió en la vida real en una carta dirigida a sus padres: «Estas líneas serán las últimas de mi vida. Pronto voy a ser mártir de Jesucristo. No lloréis mi muerte… Aquí han fusilado al Obispo, a todo el cabildo catedralicio, a muchos sacerdotes de la ciudad y de los pueblos circunvecinos, a muchos paisanos. Al escribir estas líneas, 13 de agosto, han sucumbido ya unos 30 compañeros nuestros y mañana, día de mi cumpleaños, espero ir derecho al cielo. Adiós, mis queridos padres, hermano…».  

Por esta película también se asoman otros personajes como el obispo de Diócesis y el gitano Ceferino Giménez Malla "el Pelé", ambos beatificados en 1997. Según ha expresado el director de esta película, lejos de aspectos históricos o políticos, se ha tratado de detener en el aspecto humano y religioso de las personas que participaron en estos hechos y resaltar la dimensión universal del triunfo del amor sobre la muerte.