El colegio concertado La Salle está a punto de culminar dos grandes proyectos que responden a una apuesta por la sostenibilidad y por un modelo de aprendizaje ya en marcha, pero en el que la adaptación de espacios cobra especial relevancia. La inversión del centro asciende en su conjunto a 400.000 euros, llevándose la parte más importante (300.000 euros) la completa remodelación de la zona de Educación Infantil, teniendo en cuenta que este curso oferta de forma gratuita las aulas de dos años y que tiene la intención de poner en marcha la de niños de 1 año y abarcar así los dos ciclos de esta etapa.
La actuación se ha centrado en una superficie de 600 metros cuadrados, en los que se distribuyen seis clases y sendas salas para orientación y motricidad, y va más allá de una reforma al uso o de un lavado de cara. El proyecto busca «dar importancia al contexto y los espacios en el aprendizaje», de tal forma que estos «sean lo más cercanos a la vida real», según explica Javier Palacios, nuevo director del colegio, quien valora que con este modelo la memorización «no se va a olvidar después de un examen, sino que ahí se va a quedar».
Para poder llevar a la práctica este Nuevo Contexto de Aprendizaje (NCA) no solo debe cambiar el rol del profesor, sino también los materiales didácticos que ya han sido adaptados, y en esta ocasión, todo un aulario. Es aquí donde el arquitecto responsable de la obra, Daniel Gómez, explica la manera en que se ha planteado la intervención partiendo de romper el concepto anterior de aula en el que el docente se situaba en una tarima, lo que «suponía una barrera con los alumnos ante una clase magistral».
El 50% de la cubierta será para uso del centro y el resto para viviendas del entorno. - Foto: Alberto RodrigoEl cristal se convierte en un material clave como elemento de división de las clases, además de que permite su apertura en cualquier momento y disminuye el ruido. Desaparecen así los tabiques cerrados de ladrillo, mientras que todo el mobiliario es flexible para poder acomodarse a las distintas necesidades docentes. Todo ello facilita que las asignaturas no tengan un horario fijo, posibilita la codocencia y también la unión de dos clases para realizar una actividad. A pesar de lo que se pueda pensar, esa visibilidad propicia una educación «que favorece la concentración de los alumnos para trabajar aunque pasen cosas alrededor», tal y como explica Raúl Monge, jefe de estudios de Infantil y Primaria.
Ventilación. Las obras se han ejecutado en tan solo dos meses y, a todo lo anterior, se añade la colocación de un novedoso sistema de ventilación que «mejora la calidad del aire, la temperatura y, por tanto, el confort en el aula. Para conseguirlo, Gómez sostiene que se ha reforzado el aislamiento de las fachadas, al que seguirá en una segunda fase la sustitución de las ventanas, y colocado un sistema mecánico recuperador de calor, de tal manera que «el aire entra de la calle de forma continua al mismo tiempo que se va extrayendo».
El siguiente gran proyecto del centro tiene que ver con la sostenibilidad y comenzó a finales del año pasado en colaboración con la compañía energética Repsol. Al respecto, Raúl Rojo, director saliente, recuerda que se trata de la creación de una comunidad fotovoltaica que «convierte al colegio en el primer centro concertado sostenible de Burgos». De esta forma, el 50% del tejado de la instalación educativa ya cuenta con paneles solares para el abastecimiento propio, previéndose un ahorro energético de en torno al 20%, mientras que el resto está dirigido al uso particular por parte de los vecinos que residen en viviendas cercanas.
La Salle ya piensa en próximas actuaciones de mejora de las instalaciones docentes. Tiene proyectada de cara a un futuro no lejano la completa renovación del patio, donde se cambiarán los suelos y se reorganizarán los campos de fútbol, baloncesto y balonmano, completándose con la creación de zonas verdes, sombra y descanso.