Los holandeses Maaike Geurts y Tibor Strausz ya pueden teletrabajar desde Bárcena de Bureba. De hecho ya lo han probado y todo ha funcionado como debía. Con todo se refieren a la utilización de sus equipos informáticos, que gracias a la instalación de las primeras placas solares hace apenas dos semanas han sido capaces de mantener sus ordenadores encendidos durante horas.
Los paneles transparentes colocados sobre un depósito sobresalen por un extremo con intención de que sirvan de 'cobijo' a una cocina exterior que montarán durante las próximas vacaciones de verano. Por el momento han conseguido conectar 4 pero en en breve ampliarán el número hasta la decena.
Se trata de la primera actuación realizada para poner en marcha un sistema de electricidad y alumbrado. En agosto, mes en el que ambos disfrutarán de sus vacaciones acompañados de sus dos hijas -Trisa y Riva- y de familiares y amigos, aprovecharán para comenzar con la plantación de algunos de los árboles que formarán el bosque comestible proyectado. Asimismo, pretenden construir una balsa para acumular agua, un sistema de riego y un baño.
En verano recibirán la visita de varios voluntarios de su país natal que ya han transmitido a la pareja su intención de colaborar en el proyecto medio ambiental y en la rehabilitación de las más de 60 edificaciones que adquirieron por 350.000 euros al anterior propietario, el empresario Marcelino Ruiz. Por el momento han confirmado su asistencia al pueblo semideshabitado -Carlos reside en una de las casas desde enero- tres familias, aunque Geurts confía en que «acudirán más». Para garantizar el bienestar de los futuros inquilinos han desbrozado una de las campas próximas a la calle principal de la localidad que servirá de área de acampada. Ellos también lo harán, aunque durante cuatro semanas vivirán a caballo entre Bárcena y Briviesca.
Los holandeses iniciarán en su próximo viaje a tierras burebanas la restauración del tejado de uno de los inmuebles de dos plantas mejor conservado -ubicado junto a una de las fincas en las que cultivarán los frutales- que han elegido como su vivienda. Las paredes no presentan mal estado y con la ayuda de sus familiares lograron eliminar la maleza invasiva que devoraba la construcción. Parte de los escombros que impiden la estancia durante mucho tiempo serán retirados, y una vez finalizadas las labores continuarán por otras de las construcciones de mayor tamaño, que con ayuda de los cooperantes, transformarán en alojamiento.
Para la reconstrucción del interior emplearán madera de paulownia, un árbol frondoso de crecimiento muy rápido del cual se aprovecha también sus flores. De tonalidad clara, destaca por tener una excelente resistencia a la pudrición y humedad, y gracias a su porosidad, su madera está considerada como un buen aislante térmico y acústico. En un principio cultivarán 120 ejemplares, pero en el caso de necesidad plantarán más ejemplares.
Cultura y turismo. De la venta de Bárcena de Bureba se han hecho eco en varios países y son «muchos los turistas que se dejan ver por el pueblo», confirmó Carlos, el primer vecino, a este medio. Los últimos que aterrizaron, Martijn Ballemans, su mujer Zoë y sus hijos procedían de Holanda. Las dos familias disfrutaron de un par de jornadas juntos en plena naturaleza. Por otro lado, la propietaria recuerda que ponen a disposición de asociaciones el pueblo como escenario donde desarrollar eventos culturales. La III edición del Festival de Poesía Silvestris Festival se celebrará allí el 14 de septiembre.