La historia de Congosto, pequeña localidad que pertenece al municipio de Humada, es muy similar a la de otros muchos pueblos de esta provincia que vienen sufriendo los efectos devastadores de la despoblación, el abandono de las que han sido sus señas de identidad y el deterioro progresivo de sus elementos patrimoniales.
Los cuatro vecinos de Congosto, ya mayores, han visto con resignación y la impotencia de quien no puede hacer nada para evitarlo como las piedras del templo en el que fueron bautizados se desprendían -día tras día- augurando un negro futuro para la que ha sido vigía y faro de este pueblo
Un buen día de agosto del año pasado, Alfredo Izquierdo, un donostiarra muy dado a recorrer esta provincia, pasó por casualidad por a Congosto y al ver el lamentable estado en el que se encontraba la iglesia comentó con el alcalde, Heliodoro Ruiz, la posibilidad de hacer algo para evitar que se hundiera del todo. «Al principio comenzamos unos poco a quitar la maleza y luego se han ido uniendo, los fines de semana, unas quince personas ligadas al pueblo que viven fuera y que vienen para echar una mano», afirma el alcalde, quien no deja de agradecer a Alfredo la iniciativa y el impulso que ha dado a un proyecto que tras el parón obligado del invierno ahora es colectivo y espera que progrese a lo largo de este verano.
Lo primero que tuvieron que hacer los voluntarios fue retirar unas cuantas toneladas de escombros y de zarzas que impedían el acceso a la iglesia, comenta Luis Porras, presidente de la Asociación Voluntarios por Congosto, quien ya hace veinte años se ofreció a los vecinos «para echar una mano cuando se decidieran a arreglarla». Ese momento llegó y ahora vigila cada uno de los pasos que se da para devolver al templo el esplendor que tuvo. Los voluntarios no se marcan plazos, pero son conscientes de que llegará el día en el que tendrán que dejar que «los profesionales se suban arriba», a la cubierta del templo.
Los voluntarios, entre los que se encuentran cuatro personas operadas de cáncer, además de su trabajo, también corren con los gastos del material, «porque aquí los ingresos están contados y menos mal al coto del caza sino no teníamos ni para pagar los análisis del agua o el alumbrado público», señala el alcalde, quien muestra con orgullo el trabajo realizado hasta ahora y confía en que a lo largo de este verano se puedan realizar otras actuaciones. «Se ha creado un buen ambiente y da gusto venir a trabajar aquí», señala Porras, un pintor que ha dejado la plumilla por coger el pico y la pala para recuperar esta iglesia que un día plasmó en un lienzo.
Esfuerzo colectivo
Lo importante, lo urgente, es recuperar la estructura, las bóvedas y colocar una cubierta nueva porque en el interior del templo no queda nada de valor, en su día fue saqueada, y los retablos ha sido pasto de la carcoma, aunque hay algunos elementos que se almacenan a la espera de su restauración para que queden como símbolos de lo que un día atesoró esta iglesia que, afortunadamente y con mucho esfuerzo, ya ha salido del olvido.
Hoy es el día en el que estos voluntarios mostrarán a todos lo que se acerquen a Congosto a celebrar la fiesta de SanPedro el trabajo realizado hasta ahora y, aunque el templo todavía no está en condiciones para que el párroco oficie la misa, han montado un altar en el exterior de la iglesia.
Una vez metidos en faena, los voluntarios ya piensan en nuevas actuaciones en la zona del río y en ElPomar, «que están bastante abandonados y que se han adecentado para la fiesta», señala Izquierdo desde el alto en el que se asienta la iglesia y desde el que se divisan perfectamente varias casas que también están en ruinas.
Hoy es un día de fiesta en Congosto, ejemplo a seguir en otros pueblos, porque aquí hay mucho que celebrar y admirar.