Profesionales del sector del transporte alertan sobre el grave deterioro que presenta la N-1 por la profundización de los hundimientos que sufre esta vía a la altura del kilómetro 243, en el polígono industrial Burgos Este, especialmente en el doble carril en dirección a la ciudad. Urgen la señalización permanente de estos socavones que recorren todo el ancho de la calzada, la reducción de velocidad en este punto y actuaciones en profundidad para su corrección.
La petición se produce a raíz de los sucesivos incidentes que se van produciendo en este punto del polígono de Burgos Este, a la altura de los almacenes de Hermosilla y frente a la fábrica de Bridgestone. La profundidad alcanzada por, al menos, dos socavones horizontales consecutivos en la calzada -especialmente en el primero- pone en riesgo a las cargas de los numerosos vehículos pesados que los atraviesan, incluso respetando los 50 kilómetros por hora de límite de velocidad de este tramo.
El golpe es tan pronunciado que puede llegar a producir desplazamientos de cargas (pasajeros de autobuses o mercancías en camiones), provoca el roce de los bajos de los vehículos con la calzada, algo que ya es visible en los arañazos que ya presenta.
«Es evidente que cada año está más profundo y que los riesgos para la circulación aumentan. Estamos en una de las vías más transitadas de la ciudad, por lo que creemos que ha llegado el momento de tomar medidas y corregir este fenómeno», señala un transportista que usa a diario esta vía y que coincide en que es uno de los puntos urbanos con mayor deterioro y riesgo para su trabajo.
Reyes Católicos. El problema de hundimiento que está sufriendo este tramo de la N-1 ya se denunció hace, al menos, tres años, en paralelo a dos fenómenos similares ocurridos en la ciudad: el que afectó a la avenida de los Reyes Católicos -en ambos sentidos- a la altura del edificio de los Nuevos Juzgados y el que está agrietando las viviendas del barrio de Villatoro.
De hecho, expertos geólogos aseguran que las causas de todos estos fenómenos parten de un mismo origen: el colapso que provoca la disolución de las capas de yesos que son muy comunes en el subsuelo de la ciudad.
El socavón de la N-1 no solo afecta a la carretera, sino también es evidente en el suelo que acoge a una buena parte de las naves de Pentasa III y de la planta de la fábrica de neumáticos.
Estamos ante un fenómeno de subsidencia cuyo origen está en el caudal continuo de agua que recorre el subsuelo de la ciudad y que forma parte de la cuenca del río Arlanzón. El agua freática provoca fenómenos de karstificación, que son más intensos y rápidos con los yesos. Su disolución se traduce en la aparición de socavones como el de la N-1, afectando a cualquier tipo de infraestructura, vivienda o nave industria.
La corrección del colapso de la avenida de Reyes Católicos requirió de la inyección de toneladas de cemento a alta presión en el subsuelo, hasta unos 12-14 metros de profundidad. Tras una inversión de 1,5 millones detuvo temporalmente un fenómeno de erosión que es continuo e imparable.
Zonas de riesgo. Además de las zonas mencionadas, en el estudio de los Riesgos geológicos de la ciudad de Burgos y su término municipal, firmado por el geólogo Jesús María Preciado, se advirtió sobre otros puntos negros en la geografía urbana, como es el entorno de Parque Europa, el acceso del río Cardeña a la ciudad y su desembocadura en el Arlanzón; la parte baja de la ciudad (desde San Lesmes a la depuradora de Villalonquéjar); o el polígono de Villalonquéjar-Ronda Norte.