Tizas y encerados por pizarras digitales, cuadernos escolares por tabletas. El avance de la tecnología ha marcado la evolución de la educación, algo que el colegio concertado San Pedro y San Felices ha experimentado en sus 50 años de existencia. Por ello, su ya consolidado programa Interniveles, un proyecto en el que se involucra a todo el centro a través de distintas actividades guiadas por una temática común, está dedicado a recordar la escuela del ayer y compararla con la de hoy en día.
Los 640 alumnos se implican durante todo el curso en la realización de cuatro talleres. Uno tiene que ver con la historia del barrio, recordando por ejemplo el nombre de sus calles. Otro analiza antiguos oficios ya desaparecidos y que formaban parte del paisaje de la zona sur de la ciudad. Un tercero con el que se ambientan las aulas de hace 50 años y un cuarto en el que se rememoran viejos juegos que siempre tenían como escenario la calle frente al ocio tecnológico que domina los actuales.
Para los alumnos de Secundaria y Bachillerato la actividad consiste en la visualización y análisis de la película Camino a la escuela, un documental de Pascal Plisson que narra la historia de cuatros niños que se ven obligados a superar adversidades para llegar a sus colegios en países como la India, Argentina, Kenia y Marruecos.
«Queremos que vean lo que la sociedad ha hecho para educarles», asegura el director del centro burgalés, Modesto Díez, a la hora de explicar el objetivo del programa de este año. Una mirada atrás en el tiempo que sirve de hilo conductor para celebrar también los cincuenta años de un centro marcado por dos peculiaridades que siguen vivas. Estas son la relación de su espíritu educativo con el teatro y la radio, dos mundos que siempre han estado presentes.
En este medio siglo de vida, Díez lleva 15 como director y en su resumen sobre la historia del centro se para en la presencia de la Iglesia en el colegio y en el barrio. «Nos hemos caracterizado por ofrecer servicios educativos, sociales y pastorales», subraya. Y es que, la actividad docente nació en el curso 1966-67 por iniciativa del arzobispo Segundo García.
Lo hizo como escuela técnica profesional con unos 300 alumnos. La demanda de una ciudad en crecimiento hizo que pronto fuera necesaria una ampliación para dar cabida a los más de 1.200 escolares que llegó a tener a medios de los años 70. De hecho, aquella labor realizada en un Burgos con déficit de instalaciones educativas hace que su concierto sea diferente a los del resto de centros privados y se extienda a los dos cursos de Bachillerato.
Con la presentación ayer del programa Interniveles, el colegio arranca la conmemoración de su aniversario. Una placa en su entrada, que fue descubierta por la alumna con menor edad, recuerda su historia. El momento fue presenciado por el alcalde, Javier Lacalle; el vicario general, Andrés Picón; el director provincial de Educación, Juan Carlos Rodríguez Santillana, y Juan Gabriel Martínez, director del Orfeón Burgalés y exalumno del centro.