El azar hizo que en 1976 el ingeniero de minas Trinidad Torres encontrara una mandíbula y una docena de fósiles humanos en el complejo de Cueva Mayor mientras buscaba restos de osos para su tesis doctoral, precisamente en el lugar en el que los miembros del Grupo Espeleológico Edelweiss, los mejores conocedores de las cavidades de Atapuerca, le habían indicado.
La Fundación Atapuerca reconoció ayer su trabajo con los Premios Evolución 2013 porque, sin ellos, uno de los proyectos científicos más importantes del mundo no hubiera sido posible. Ellos y también el profesor Emiliano Aguirre, que corroboró en aquel momento la pertenencia humana de los fósiles y su antigüedad, y que ayer no quiso perderse la entrega de los galardones.
Trinidad Torres, Premio Evolución a la Labor Científica, se emocionó al recordar cómo halló la mandíbula que daría un vuelco al estudio de la evolución humana. «Estaba incluida en un pedazo de arcilla, la limpié con los dedos y salió toda la dentición brillando a la luz del carburo. Fue un momento importante. Un arqueólogo que me acompañaba se encargó de extraerla y se partió porque tenía un arañazo. En ese momento pensé: Cuántos problemas se nos vienen encima».
La consejera de Cultura charla con Méndez Pozo y Fernández-Mardomingo. - Foto: Alberto Rodrigo El investigador reconoció que nunca pensó que Atapuerca se convertiría en un referente tan importante en el estudio de la evolución humana. «Ahora la arqueología es una ciencia reconocida y con peso en este país, pero hace unos años era de locos. Yo pagué las excavaciones de mi bolsillo».
Durante su intervención animó a las nuevas generaciones de científicos a revisar los trabajos de las viejas para «combatir los paradigmas que son inciertos»
Por su parte, el presidente del grupo espeleológico Edelweiss fundado en 1951, Miguel Ángel Martín, recogió el Premio Evolución a los Valores Humanos. Durante su intervención recordó la dureza de los primeros trabajos en la Trinchera del Ferrocarril y la Galería del Sílex y la importante colaboración con Trinidad Torres, que luego continuaría con Emiliano Aguirre y los actuales codirectores. «Todos ellos confiaron en nosotros, lo que es un orgullo. Sabíamos que los yacimientos prometían, pero nadie se imaginaba hasta donde».
Sus miembros han topografiado todas las cavidades de Atapuerca y ayudado a conocer el complejo kárstico, que tanto ayuda al trabajo de los investigadores.
Los codirectores, Juan Luis Arsuaga, José María Bermúdez de Castro y Eudald Carbonell, fueron los maestros de ceremonias y reconocieron el papel que Torres y Edelweiss han tenido y siguen teniendo en Atapuerca. «Si no es por la capacidad y sagacidad de estas personas, que fueron capaces de ver la importancia del proyecto, éste no se hubiera retroalimentado», indicó Arsuaga.
Pioneros, codirectores, investigadores actuales y autoridades se reunieron ayer en plena Sierra para dejar claro que Atapuerca es un proyecto de todos y que hay trabajo para muchas generaciones. «Aquí estamos todos los que amamos Atapuerca. Los yacimientos han aunado voluntades e ilusión y se han convertido en un sentimiento. La labor pionera ha tenido continuidad y la tendrá durante mucho tiempo», concluyó José María Bermúdez de Castro .