Los ríos burgaleses presentan buena salud, aunque la Confederación Hidrográfica del Duero sigue de cerca la evolución de cinco masas de agua de la provincia que están en mal estado químico, según revelaron los controles realizados el pasado año. Estas excepciones no representan un problema mayor a largo plazo, si bien el organismo independiente tiene en cuenta estos casos localizados en tres ríos.
La red de seguimiento del estado químico de caudales detectó esta circunstancia puntual entre las 65 masas de agua superficiales analizadas en la provincia de un total de 78. A pesar de las sustancias encontradas, el 92,3% del total de los ríos analizados está en buen estado químico.
Uno de estos puntos rojos se encuentra en el segmento denominado Arlanzón 6. Este discurre desde Burgos hasta la confluencia con arroyo del Hortal aguas abajo, en el entorno de la localidad de Estépar. El estudio realizado concluye que hay «varios parámetros» que alteran la normalidad de este tramo, el cual presenta fosfatos en la superficie.
Esta circunstancia puede tener su origen «en el uso de fertilizantes en la agricultura o en los vertidos urbanos», si bien la CHD recalca la influencia de los residuos procedentes del polígono industrial de Villalonquéjar.
Asimismo, se detectaron restos de contaminación química por mercurio. Esta circunstancia tampoco alerta al organismo, puesto que puede estar relacionada con «la contaminación histórica vinculada a procesos industriales» en los que se utilizaba este elemento «de alta estabilidad en el medio» y capacidad de bioacumulación por parte de los organismos acuáticos. Por eso, aunque ahora el mercurio está prohibido, aún tiene presencia «en los tejidos de los peces y no en el agua».
Caso diferente es el protagonizado por la masa de agua del río Ubierna, comprendida desde su cabecera hasta la confluencia con el Arlanzón. En este caso, el control detectó trazas de contaminación orgánica que puede proceder de vertidos poco depurados, aunque la CHD destaca que esta circunstancia también está condicionada por el caudal.«A menor caudal, peor calidad del agua en términos generales», explican.
Además, cabe destacar la incidencia de las alteraciones de la continuidad del río por la presencia de presas o de los rectificados de los ríos que provocan «una alteración de la vegetación de ribera, de la fauna piscícola y de los ecosistemas acuáticos», un aspecto que influye en los indicadores.
El tercer segmento que presenta un mal estado químico en su masa de agua es el de Hormazuela 1. Este discurre desde la cabecera hasta el límite denominado 'Riberas del río Arlanzón y afluentes' a través de 10,7 kilómetros de recorrido. Este caso es similar al mencionado del río Ubierna, si bien la Confederación Hidrográfica del Duero resta importancia a su situación y su conclusión apunta a un «evento puntual no identificable».
Según explica la CHD, estas masas de agua superficiales de la provincia de Burgos se clasifican en diferentes redes de control «en función de las presiones a las que están sometidas y si están afectadas o no por alguna zona protegida». De ahí se asigna la frecuencia de los estudios, que abarca desde los análisis mensuales a sexenales, aunque también se fijan plazos trimestrales, semestrales o trienales.
Precisamente, la CHD ha aumentado de forma progresiva el número de muestras, las analíticas y los puntos de muestreo establecidos. Además, existe otro aspecto fundamental para entender las conclusiones de los estudios y es el «endurecimiento de los límites admisibles» que determinan el estado químico de las masas de agua.
Contaminación. La Confederación Hidrográfica del Duero vigila las actividades autorizadas en los ríos y recuerda que su Plan Hidrológico incluye «medidas específicas para la reducción de la contaminación en las masas de agua de la demarcación en las que se han detectado incumplimientos».
Estas tienen como objetivo «determinar su origen y analizar posibles soluciones», además de plantear las medidas requeridas para corregir «las deficiencias encontradas y reducir el riesgo».