La eterna memoria del monte

R. PÉREZ BARREDO / Burgos
-

Un arca de tres llaves, una urna centenaria, hierros para marcar pinos y documentos antiquísimos avalan la declaración como Bien de Interés Cultural Inmaterial de la 'Suerte de Pinos'

Casi cien años después, este periódico ha reproducido una ‘Suerte de Pinos’ como la que recogió la revista Estampa. La urna es la misma. - Foto: Foto2 estudio

El arca es de madera buena. De la mejor, sólo faltaba. Su aspecto vetusto y polvoriento no debe llevar a engaño: sería difícil encontrar un arcón mejor confeccionado, más robusto que el que atesora la historia de Quintanar de la Sierra y de toda una comarca marcada desde antiguo por sus montes poblados de pinos. El arca tiene tres llaves, y desde antiguo se asume que sólo puede ser abierta por tres personas (el alcalde, el párroco y el más rico del pueblo); hay, también, una urna. Que tampoco es precisamente nueva. Ni mucho menos: es posible que, al igual que el citado arcón, sea, por lo menos, centenaria. Tan es así, que es la misma que aparece en el fabuloso reportaje que para la revista Estampa publicó el gran Eduardo de Ontañón a comienzos los años 30 del pasado siglo, en un memorable artículo que el periodista burgalés tituló: ¡En Burgos y en Soria se ha establecido el comunismo! Antonio Gil, alcalde del municipio, y Antonio Martín Chicote, presidente Antonio de la Cabaña Real de Carreteros, saben que ambos elementos constituyen más que un símbolo; que no son reliquias, sino la memoria del monte, ese monte que ha sido la vida del suyo y de otros pueblos del entorno. Ambos miran con esperanza que prospere la declaración como Bien de Interés Cultural (BIC) de la 'Suerte de Pinos', «la gran propiedad que permitió la supervivencia de los pueblos y de sus montes en base al trabajo colectivo de los mismos».

El Consistorio serrano conserva estas y otras joyas en forma de documentos que acreditan que la 'Suerte de Pinos' es la forma secular con que los vecinos de esta comarca rigieron sus designios; también se conservan los yerros con que se marcaban. «Se daban físicamente pino a pino; a cada vecino el suyo. Ahora ya se vende todo en conjunto.Para estudiosos e investigadores, la 'Suerte de Pinos' es uno de los sistemas públicos de cooperación vecinal más antiguos, una suerte de 'fósil viviente' que ha perdurado hasta nuestros días. «Es una de las fórmulas de propiedad más antigua establecida por la especie humana, de ahí que tenga tanto valor y que merezca ser considerado BIC inmaterial. Sería interesante, porque es una forma de proteger tanto el monte como a los vecinos. Creemos que la situación actual, que es tan diferente, pone en riesgo la historia y la memoria de estos montes», señala Chicote.

Señalan que esta fórmula de gestión es milenaria: saben que en el Archivo Diocesano de Burgos existe un legajo de 1213 «de la primera 'Suerte de Pinos' que se da a San Pedro de Arlanza y a Quintanar de la Sierra. De hecho, quieren incluir en este documento en las alegaciones que desde la villa serrana se quiere incluir en el expediente de esa declaración. Posee el Consistorio una Carta Real de 1792, así como otros documentos antiquísimos (algunos de Felipe IV que reforzarán la propuesta de BIC. Entienden que esa declaración no sólo haría justicia con la memoria y la historia de la comarca, sino que ayudaría a dar un giro a una situación que consideran mala. «La madera se está vendiendo a precios muy bajos, irrisorios. Y hablamos de madera muy buena. No podemos seguir así. No se puede pagar una miseria por un árbol de 150 años. El problema del precio es que lo marca el mercado internacional de la madera, la deforestación y países como Suecia, Finlandia, Rusia...

Real Decreto que se conserva en el Ayuntamiento de Quintanar.Real Decreto que se conserva en el Ayuntamiento de Quintanar. - Foto: f2estudio

«La 'Suerte de Pinos' no se ha perdido, pero se ha perdido la forma de hacerla, y con ello el valor. Una suerte de pinos equivalía antiguamente a cuatro meses de trabajo. Se daban esos privilegios para que la gente que vive aquí y que cuidaba el monte viviera de algo. Un complemento para su existencia. El Estado históricamente obtenía los productos forestales según sus necesidades: para la Armada, para el ferrocarril; pero el trabajo se quedaba aquí y repercutía aquí».En este último siglo, afirman, la madera se ha depreciado en 3.000 por ciento. «Pero el Estado sigue obteniendo beneficios de aquí -CO2, agua-, pero ya no tiene en cuenta las compensaciones para la gente de aquí. Además, fiscaliza 80 por ciento. Estamos fastidiados por todos los lados. Aquí no hay PAC ni nada. Ninguna ayuda. «Hasta los años 90 seguía haciéndose el reparto de suertes, pero desde entonces se hace en bloques.Y apenas hay beneficios». 

Los pinariegos confían en que la declaración BIC contribuya a revertir esta situación. La iniciativa puede suponer un gran aliciente para su conservación y la protección de la propiedad comunal como reconoce el artículo 132 de la Constitución Española. También, para la constitución de una plataforma o federación que luche por la supervivencia de los pueblos del Catálogo de Montes de Utilidad Pública indisolublemente unidos desde tiempos inmemoriales», apostillan.