Hace tres meses contábamos en estas mismas páginas cómo una investigación había permitido restituir a Mateo Cerezo El Joven la autoría de una Inmaculada de un monasterio de Madrid que se le atribuía a Claudio Coello. Ahora ha sido en Londres donde se ha descubierto una Natividad de gran calidad que conserva la firma del autor. De ambas obras se ha hecho eco el doctor en Historia del Arte Jesús Ángel Sánchez Rivera, un experto en la obra del pintor burgalés.
El cuadro está a la venta en la galería londinense de Dereck Johns, que en la actualidad es el propietario del lienzo tras adquirirlo a una familia belga. La firma autógrafa de Mateo Cerezo (1642-1693) aparece en el centro de la parte inferior (Matheo zereço) con una pequeña rúbrica sobre el apellido, tal y como se presenta en otros lienzos. Eso y otras características claves del pintor burgalés ha permitido devolverle la autoría de un cuadro que a principios del siglo XX fue subastado en dos ocasiones como obra de Murillo.
Para Sánchez Rivera, que da cuenta de este hallazgo en el último Boletín de la Institución Fernán González (nº 243), la Natividad es la obra de más calidad de las que se han descubierto de Cerezo en los últimos años. «Tiene una ejecución magistral y una iconografía no habitual. Es sobresaliente la soltura con la que resuelve las figuras y el efecto de luces y sombras», apunta el historiador.
El lienzo reaparecido en Londres es, a juicio de Sánchez Rivera, el mismo del que da cuenta el pintor y biógrafo Antonio Palomino (1655-1726) en Vidas, describiéndolo como un óleo «de excelente gusto y caprichoso concepto». Esa originalidad en la composición también la destaca el investigador: « A mí personalmente lo que más me llama la atención es la ejecución de la figura de Dios padre con trazos vibrantes y vigorosos y el efecto luminoso en la Virgen. Y por supuesto esa composición e iconografía diferente que no está copiada de ningún grabado ni repite viejas fórmulas. Porque en este cuadro Cerezo une el Nacimiento (pintado muchas veces) con la Trinidad (el Niño, la paloma y Dios padre) y a la vez una premonición de su muerte, descrita en los ángeles y los símbolos que portan (cruz, corona, clavos...)».
un san agustín, atribuido. En el artículo publicado en el Boletín de la Institución Fernán González Más pinturas de Cerezo El Joven, el autor menciona también un San Agustín de Cerezo que custodian las Comendadoras de Santiago de Madrid, monasterio que conserva la Inmaculada que mencionábamos al principio.
En su tesis doctoral Sánchez Rivera la consideraba obra de su maestro Juan Carreño de Miranda o de su círculo más cercano. «Hoy día, tras el estudio más reposado de la producción de Mateo Cerezo, me inclino a pensar que pudo ser él quien la realizara», afirma.
Lo más curioso de esta obra es que ha encontrado un dibujo en la Biblioteca Nacional muy similar, que podría ser el propio boceto de esa pintura. «Es una obra de calidad, pero es de pequeño formato y no está bien conservada».