No quitar el ojo de los pequeños más de 10 segundos

ANGÉLICA GONZÁLEZ / Burgos
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La desgraciada muerte de un niño en las piscinas de Poza de la Sal el pasado miércoles refuerza las alertas de los especialistas sanitarios sobre los riesgos de despistarse mientras los pequeños se bañan

Los niños no deben estar solos en ningún momento en playas y piscinas y deben estar protegidos más allá de un flotador o unos manguitos. - Foto: Alberto Rodrigo

El pediatra burgalés Julio González Ruiz es tajante: «Siempre que hay un niño en un espacio donde hay agua, siempre hay un riesgo. Por eso la mejor precaución y la más importante es el ojo, es decir, no perder de vista al pequeño más de 10 segundos y estar tan cerca de la bañera, piscina, río u orilla del mar en las que se esté bañando como para poder acceder a él en 20 segundos en caso de necesidad».

La desgraciada muerte de un chaval de apenas 10 años por ahogamiento el pasado miércoles en las piscinas de Poza de la Sal ha incrementado las alertas de los profesionales sanitarios sobre este riesgo, que insisten en lo rápido que un niño pequeño puede perder la vida en un medio acuático, incluso llevando medidas que se entienden de protección como un flotador o unos manguitos, cuyo uso como única medida de prevención no se aconseja porque se puede resbalar por las cremas solares o pincharse.

«En los niños más pequeños existe este riesgo incluso cuando nos parece que hay poca agua. Imagina que tienes al bebé sentado en la bañera y chapoteando, te llaman al móvil y te despistas un segundo. En ese momento, si pierde el equilibrio el resultado puede ser fatal», señala el especialista, que califica estos sucesos como de «muertes silenciosas» porque son tan rápidas que las personas de alrededor pueden no darse cuenta de lo que está ocurriendo.

Además de esta vigilancia cercana y permanente, el pediatra aconseja que los niños aprendan a nadar cuanto antes, mejor. Incluso da una edad: a los 6 meses pueden empezar a familiarizarse con el medio acuático en piscinas que estén preparadas para sus pequeños organismos, es decir, que estén mantenidas e higienizadas con sustancias que no sean tóxicas para ellos. «Que un niño sepa nadar, que sepa manejarse correctamente en el agua reduce significativamente la tasa de accidentes, los padres no deben dudar a la hora de inscribirles en un curso de matronatación porque siempre habrá más seguridad», reflexiona González, con más de dos décadas de oficio en el cuidado de los más pequeños. 

Otros consejos que ofrece es que el espacio con agua no esté excesivamente accesible para las criaturas. En una piscina privada, por ejemplo, indica que lo más seguro es acotarla y no permitir que se acerquen a menos que estén acompañados. También indica que la prudencia sea la actitud que se mantenga en todo momento en las actividades de ocio acuáticas.

Una recomendación quizás más para adolescentes es que nunca vayan a bañarse solos, que lo hagan en compañía de otra persona que pueda ayudar si se produce una situación de riesgo y que eviten los lanzamientos al agua de cabeza, sobre todo en ríos y pozas.

Y con respecto al 'corte de digestión' que a tantas generaciones ha perseguido con las famosas dos horas sin bañarse después de las comidas, Julio González -que recuerda que su nombre científico es hidrocución-, afirma que se trata de un fuerte contraste de temperatura, «un shock térmico» que sí puede producir consecuencias indeseadas. Si hace mucho calor y la persona se introduce en el agua a bastantes menos grados a hacer ejercicio se puede provocar una reacción en los vasos sanguíneos que los lleva a estrecharse y a que fluya menos sangre al cerebro, por lo que se puede producir un desmayo. «Los adolescentes deben tener en cuenta que se corre más riesgo cuando  recién comidos se meten en el agua muy fría y hacen un ejercicio muy intenso». 

El año pasado se produjeron en España 394 muertes por ahogamiento en espacios acuáticos, según datos de la Real Federación Española de Salvamento y Socorrismo, de los que 13 tuvieron lugar en Castilla y León. 

Consejos

Asegurarse de que la piscina donde se acude cuenta con las adecuadas medidas de seguridad (socorrista, vallado perimetral), para que los niños pequeños no puedan acceder libremente.

Vigilar a los menores en todo momento cuando estén en el agua o jugando cerca de ella.

Si no saben nadar o no nadan bien es necesario colocarles un chaleco salvavidas o de flotación para bañarse o practicar un deporte acuático. Los flotadores hinchables o los 'manguitos' no son recomendables.

Cuando son más mayores, inculcarles que avisen siempre a los adultos de que se van a bañar y que lo hagan siempre acompañados.

Conocer la profundidad de las aguas si se van a hacer lanzamientos de cabeza.

Comprobar la temperatura antes de sumergirse ya que una diferencia térmica importante puede acarrear problemas de salud. 

Asumir la denominada 'conducta A.V.A.' antes de lanzarse al agua: advertir los riesgos, valorar los peligros y adoptar una actitud segura. 

Cuando se presencia un incidente se debe sacar al niño del agua inmediatamente, ponerle cabeza abajo para que expulse el agua y posteriormente intentar realizar el método de reanimación boca a boca y trasladarlo a un centro de urgencias.

Fuente: Ministerio de Sanidad y Sacyl