Sonorama Ribera crece año tras año. A las puertas de que se celebre su edición número 26, del 9 al 13 de agosto, el festival arandino arroja cifras de magnitud. Su director, Javier Ajenjo, avanza que el presupuesto superará los cinco millones de euros y que se firmarán alrededor de 1.350 contratos, entre los que se incluyen 600 artistas, otros 150 técnicos de montaje, cerca de 400 camareros y 200 trabajadores del ámbito de la seguridad, que se complementarán con Policía Nacional y Local. «El objetivo es dinamizar Aranda de Duero, seguir generando oportunidades y ver cómo se crean empresas alrededor del festival», asegura, convencido de que la clave radica en lograr el equilibrio a todos los niveles.
En lo que respecta al presupuesto, Ajenjo detalla que en torno a 1,8 millones de euros proceden de la venta de bonos, que en esta ocasión han rondado los 30.000 a una media de 60 euros, «un precio muy accesible» en comparación con otros festivales. De hecho, se agotaron desde hace un mes e, incluso, tampoco quedan entradas sueltas para el sábado. A ello se suman los ingresos derivados de las barras que instalan en el recinto delPicón, así como patrocinios varios.
Después están las ayudas públicas, que entre el Ayuntamiento arandino y la Junta de Castilla y León oscilan entre un 3 y un 4% de su presupuesto total. Ajenjo califica de «aportación lógica» los 120.000 euros que aporta el Consistorio de la capital ribereña. «Nos ha traído hasta aquí, nos ha hecho sobrevivir y ser quienes somos. No creemos en las sobresubvenciones, ni en que las cosas tengan que estar pagadas por un ayuntamiento, por la Junta o quien sea. Esto requiere esfuerzo», defiende mientras recalca que además de la dotación económica también reciben ayuda municipal «en forma de personal y espacios», entre otros.
En este punto, el director de Sonorama Ribera destaca que desde el festival también organizan actividades en el centro de la ciudad por un valor de 300.000 euros, entre los escenarios repartidos por la plaza del Trigo, La Sal y el parque de La Isla, donde se instala el escenario Charco, enfocado en grupos procedentes de América Latina.
Preguntado por cómo les ha afectado la inflación a la hora de elaborar su presupuesto, Ajenjo detalla que han aprendido a lo largo del tiempo a ser prudentes y sostiene que el problema «no es la burbuja, sino que se hagan las cosas mal, que cualquiera piense que puede montar un festival, que cualquiera crea que hacer un concierto consiste simplemente en poner a unos señores encima de un escenario. Eso no es así. De hecho, es lo menos importante», dice rotundo.
Tras admitir que lo que ve a nivel de la música en España le parece «catastrófico», el director de Sonorama Ribera no esconde que otro factor preocupante tiene que ver con la inflación que rodea a algunos grupos. «¿Tiene sentido que nos planteemos traer a una banda de 300.000 euros?Igual a día de hoy sí. ¿Tiene sentido pagarle un millón?No. Con lo cual, no estarán», afirma, al tiempo que remarca su apuesta por «proteger» al artista nacional y emergente. Su forma de ser, según apunta, tiene que ver con invertir en talento y «crear cabezas de cartel». Así las cosas, Ajenjo concluye que hasta llegar a la actualidad han trabajado «con cabeza, sabiendo hasta dónde podemos llegar y hasta dónde no». Algo que repetirán estos días:«Para cubrir 5 millones hay que remar mucho».