A poco más de ocho meses para que la música empiece a sonar en Aranda de Duero en lo que será la 28 edición de Sonorama Ribera, encontrar una habitación de hotel o un alojamiento rural es ya casi misión imposible. Y los responsables de los establecimientos avisan, con el anuncio de las primeras confirmaciones, que sucederá este viernes, se acaban las pocas plazas libres que quedan.
Quienes gestionan la agenda de reservas de los establecimientos lo tienen claro. «Si tuviésemos el doble, incluso el triple de habitaciones, también lo llenábamos, porque tenemos lista de espera como para llenar otro hotel», aseguran desde la recepción del Hotel Alisi. Porque las cifras son esclarecedoras y confirman este tipo de afirmaciones. El desembarco masivo de festivaleros durante esas fechas, que en 2025 serán entre el 6 y el 10 de agosto, tensiona la oferta de camas de la capital ribereña, que en los diez establecimientos en funcionamiento entre hoteles y pensiones, no da a basto para acoger ni al 2% de los 35.000 asistentes diarios actuales en las algo menos de 600 camas.
Esa marcada escasez de alojamiento empieza a hacerse patente nada más acabar la anterior edición del festival y se intensifica antes de acabar el año. «Los clientes a la que salen me dejan ya reservado, cuando se publican fechas llega otra avalancha de llamadas y correos, y ahora en cuanto saquen cartel ya me quitan lo que me queda», resumen desde los hoteles Tudanca cómo es el ritmo de reservas para esos días, en un momento en el que tienen «el de 2 estrellas completo y algo en el de 4», que no durarán mucho. Como un espejo es la situación en otros hoteles consultados, como es el caso de V Ciudad, donde tienen «todo bloqueado desde el Sonorama anterior, ya nos dejan las reservas hechas» repiten.
Esta falta de alojamientos en la capital ribereña para esas fechas de visitas masificadas a la ciudad hace que una habitación de hotel sea uno de los tesoros más preciados, lo que ha provocado incluso que casi se hayan heredado de padres a hijos, y no es una exageración. «Llevamos teniendo gente que se conocieron aquí, luego han venido casados, luego han venido con hijos y ya vienen los hijos, es algo generacional», explican desde la recepción del Hotel Alisi (...).
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