La Comunidad Autónoma de Madrid va camino de aprobar la decimocuarta universidad privada en su territorio mientras tiene previsto que los presupuestos dedicados a las Universidades públicas para el próximo año aumenten tan solo un 0,9%, lejísimos del 18% que solicitaban los rectores de las seis universidades públicas madrileñas para poder mantener dignamente sus actividades y los edificios donde se imparten las clases.
Que a la presidenta madrileña no le interesa las Universidades públicas, y entre todas ellas la que menos la Complutense, es un hecho que ha explicitado con sus manifestaciones, al afirmar que "regalan títulos como churros". El rector Joaquín Goyaeche le respondió con una carta abierta en la que ponía de relieve el daño irreparable que causaba al prestigio de la universidad, en el puesto 164 en la última edición del ranking QS World University, ocupando, por primera vez en la historia, la mejor posición entre las universidades españolas. En un momento en el que todo se judicializa es sorprendente que no haya habido un grupo de profesores, jefe de departamento, decano o rector que no haya denunciado sus palabras por poner en cuestión su labor docente y su profesionalidad. A Goyaeche, no le han podido sacar nada reseñable, ni en el juzgado ni en la comisión de la Asamblea de Madrid, sobre Begoña Gómez, la esposa de Pedro Sánchez, investigada por su cátedra en esa universidad.
Pero además de los datos, hay otra comprobación empírica, la buena reputación de los egresados de las universidades madrileñas, extensible a otras muchas, a los que se rifan las empresas de los países a los que van a buscarse la vida arquitectos, químicos, físicos, biólogos, ingenieros de todas las ramas, médicos y enfermeras dado su alto nivel de formación. Tampoco parece recordar que hay facultades en el que el nivel de exigencia es tan alto que no son muchos los estudiantes que aprueban a curso por año. En sentido contrario, hay alguna universidad privada a la que los propios alumnos se refieren como "La universidad …., pinta y colorea", y otras en las que se pone en duda su labor investigadora, que es clave en la labor universitaria. Por supuesto que hay universidades privadas de una calidad también acrisolada, pero la proliferación supone que la cantidad va en detrimento de la calidad, máxime cuando los fondos de inversión han encontrado en ellas un nuevo nicho para hacer negocios.
Al dedicar más recursos a las universidades privadas en detrimento de las públicas, Ayuso está poniendo trabas al funcionamiento del ascensor social que supone el acceso a esta formación, además de que las universidades madrileñas siguen teniendo las matrículas más altas, y la inversión por alumno más baja de toda España a pesar de los buenos datos macroeconómicos regionales de los que presume la presidenta madrileña, que también ha buscado en la Universidad otro punto de fricción con el Gobierno central a través de la ley de enseñanza superior que quiere aprobar.
De vuelta a la Complutense, Ayuso ha señalado que "está colonizada por los partidos de izquierda". Solo le faltó decir que era un nido de rojos peligrosos dedicados a los escraches de personalidades de derecha, que ahora también padecen los políticos de izquierdas. Unos y otros no han comprendido que Universidad significa también universalidad de las ideas.