Algunos tienen patas, otros se arrastran, los hay con cuernos y en su composición original no tenían ni rostro ni ojos (a simple vista, al menos). Nacieron negros, ligeros de equipaje, con esqueleto de madera y forrados de un material plástico termosellado. Al ser de un tamaño manejable, a estos monstruos y criaturas extrañas que parecen mascotas les aseguramos que se les coge cariño. Aunque quédense con su ubicación en la zona peatonal de Francisco Grandmontagne, donde estarán hasta el domingo, porque a diario van a cambiar de aspecto.
En eso consiste en gran medida el Monsbot Burgos, un festival que persigue la participación de los ciudadanos interviniendo en la veintena de esculturas monstruosas que se colocarán por la calle. Algunas llegan tuneadas por el alumnado de la Escuela de Arte, que estos días atrás ha estado dotándolas de personalidad para quitar hierro al hecho de modificar su aspecto y que los burgaleses se atrevan a añadir complementos o pintarles a su gusto. «Es un festival sobre la libertad creativa, la mezcla y la creación de nuevas posibilidades a través de la intervención continuada y superpuesta. Creemos que lo raro y lo diferente actúan como motor de cambio social y en Monsbot concedemos a esta idea un foro abierto y lúdico para conectar», detallan desde La Casa Franca, la asociación detrás de este proyecto.
Las esculturas van a estar repartidas por la vía pública y en escaparates de establecimientos de Gamonal, dado que la idea cuenta con la colaboración de la Asociación de Comerciantes Zona G: «Algunos monstruos se verán a simple vista y a otros habrá que encontrarlos. Ahí está también la gracia», explica Jorge de la Cruz, miembro del colectivo.
A esos bichos sin pelo (por ahora, recuerden que su estética puede variar) les va a acompañar un robot de dos metros de altura, lleno de cables, luces y hierros que estará delimitado por vallas porque es el único que no se puede tocar. Es un diseño de los artistas eslovacos Ausgang Studio, especialistas en creación de este tipo de seres mecánicos y robots.
La iniciativa de nombre Festival Monsbot celebra aquí su segunda edición, tras una primera desarrollada hace dos años en Toledo: «El encuentro sufre cambios, se adapta al escenario y sus características. Por ejemplo en Toledo duró solo una tarde y había actividades vivas. Aquí estaremos una semana y está centrado en las esculturas y su intervención. Va teniendo modificaciones, aunque la constante es la hibridación de disciplinas», explica De la Cruz.
La actividad se enmarca en los proyectos seleccionados por ProBurgos para la candidatura Burgos 2031. A lo expuesto hay que añadirle una sección virtual en Instagram (@monsbot_), cuya imagen ha diseñado el neerlandés Thomas Derijk. Aquí se recibirán la fotografías de los ciudadanos, que serán también intervenidas antes de publicarlas en un gran archivo fotográfico. Al acabar el festival se editará un fotolibro con imágenes tomadas por fotógrafos burgaleses.