Refugio Castro Valnera, una aventura por vivir

A.C.
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Pilar Obregón abrió hace cuatro años un negocio que ya es una referencia en la montaña de Lunada. Estos días ha luchado de forma titánica para abrirse camino en la nieve y reabrir sus puertas

Montañeros entrando en el Refugio Castro Valnera antes de decretarse el cierre de la hostelería - Foto: A.C.

El Refugio Castro Valnera abrió sus puertas en Lunada en abril de 2017. Desde entonces, montañeros, senderistas y turistas de paso tienen un faro que siempre mantiene la luz encendida en medio de un mar de nieve, como el que estos días cubre este lugar mágico a 1.200 metros de altitud, pero con un microclima propio de los 1.600. Entre sus muros Pilar Obregón siempre está dispuesta a tender su mano a quien lo necesite, bien prestándole auxilio con su teléfono móvil o su emisora o bien dándole un caldo caliente, un buen plato de comida o una cama donde descansar.

Aprendió a practicar esquí de travesía con su hermano Jesús en Lunada y siempre ha sentido una atracción especial hacia este enclave. "Lunada nos ha enamorado siempre. Mi padre siempre me traía de niña aquí, a Estacas a La Sía... Y siempre digo que Lunada, o lo rechazas por miedo o te enamora y te engancha", relata. A ella le sucedió lo segundo y desde hace cuatro años es capaz de pasar hasta 15 días sola y aislada recibiendo a todo aquel quiera traspasar el umbral del refugio que nunca cierra, si el manto blanco cubre las cumbres de la montaña espinosiega.

Cuando el temporal arrecia, Pilar sabe que debe permanecer el su negocio, sobre todo, para atender a quienes necesiten de su abrigo y seguridad. "En montaña todo es un riesgo, porque no hay servicios cercanos", señala. Pero también se queda en el refugio para evitar la congelación de tuberías, averías en antenas, internet y otros servicios que sufren extraordinariamente con temperaturas extremas, propias de latitudes árticas. Estos días, Filomena ha enterrado el refugio en nieve y solo se vislumbra la última de las tres plantas de la cabaña comprada por Pilar y su hermano hace ahora cinco años. En 2017 recuerda una nevada monumental, pero esta ha sido la ocasión que más nieve han tenido que sacar de la terraza para poder abrir la puerta principal el pasado día 8.

Pilar Obregón frente al Refugio Castro ValneraPilar Obregón frente al Refugio Castro Valnera - Foto: A.C.

Los primeros copos comenzaron a caer el día de Navidad. Como siempre, Pilar Obregón, que tiene más de 5.500 seguidores en el Facebook del negocio @RefugioCastroValnera, daba cuenta de la situación climática de Lunada y anunciaba la llegada de la ansiada nieve. Sus idílicas imágenes y su constante información del tiempo en la zona ya son un referente para miles de montañeros. A partir de Nochevieja, el temporal fue recrudeciéndose y hasta el pasado 6 de enero, las cuñas quitanieves y las fresadoras de los militares del Escuadrón de Vigilancia Aérea (EVA 12) del Ejército del Aire y de lo servicios de mantenimiento de carreteras de la Junta de Castilla y León no pudieron abrir los 8 kilómetros de la BU-572 que separan el cruce de Salcedillo y el acceso a la estación de esquí de Lunada.

Se han acumulado 2,4 metros de nieve y hasta 3 metros en algunos puntos alrededor del albergue debido a los ventisqueros que la mueven a su antojo. En la BU-572 se pueden ver murallas de nieve incluso más altas. En cuanto el paso estuvo libre, Pilar y su hermano, con el apoyo de amigos personales, se pusieron manos a la obra para desenterrar su tractor de la nieve y comenzar a despejar el kilómetro que separa el albergue del cruce de la BU-572 con el acceso a la estación de Lunada. La mala suerte quiso que aunque lo lograron el día 8, la alegría solo durara dos jornadas, porque un todoterreno quedó atascado en medio del camino y el tractor rompió una pieza con la que sujeta la cuña. Conservar limpio el acceso era imposible y en pocos días volvía a estar cubierto. Para este fin de semana tenían previsto tener resuelta la avería y reabrir.

Ningún distribuidor sube. Pilar no se queja. Al contrario, esta mujer de 44 años con unas manos que hablan de trabajo y esfuerzo, lucha y trabaja en busca de soluciones. "Estamos donde estamos y aceptamos que tenemos que limpiar nuestro acceso". Cuando la estación de esquí estaba operativa llegaban a acuerdos con sus gestores. Desde su cierre trabajan en solitario con apoyos puntuales de amigos. Al Refugio Castro Valnera no sube ni un solo distribuidor de bebida, comida o cualquier otro suministro en todo el año. Ni tan siquiera en primavera o verano prestan servicio al establecimiento, que incluso se tiene que subir el gasoil de la calefacción con sus medios.

Montañeros dentro del refugio antes de decretarse el cierre de la hosteleríaMontañeros dentro del refugio antes de decretarse el cierre de la hostelería - Foto: A.C.

Este hecho conlleva que el trabajo sea mucho, a veces, titánico, y los márgenes pequeños. Pero Pilar Obregón no lo duda. Lo volvería a hacer. Es feliz con su labor en el Refugio Castro Valnera tras toda una vida en el mundo de la hostelería. Con su hermano gestionó durante 20 años el Restaurante Camino de Burgos, en Cabañas de Virtus, al que ahora sigue atendiendo siempre que el refugio le da tregua, dado que en temporada baja solo lo abre de jueves a domingo.

Le dedica a su negocio "todas las horas". Hasta 16 ha llegado a contar. Pese a todo, el balance que hace es muy positivo. "Me quedo con la parte buena, vivo donde quiero, donde he elegido vivir", cuenta, mientras su lista de "buenos y grandes amigos" crece exponencialmente. No es para menos, porque el servicio personalizado que ofrece salta a la vista. Durante la entrevista de DB, realizada la víspera de la jornada en que la Junta de Castilla y León volvió a cerrar el interior de la hostelería, recalaron en el albergue cuatro montañeros de Villarcayo, dos de Burgos y tres de Espinosa. En el refugio se encontraron el calor y los sabores su cocina.

A las pocas horas llegaba el mazazo del cierre, mayor aún en un negocio donde atender en la terraza es casi imposible, salvo en los días de sol, que Pilar espera ver llegar cuanto antes. Sintió "rabia, impotencia", al conocer la noticia después de jornadas agotadoras para retirar la nieve del albergue y abrir sus puertas. En su opinión, "se debería de hacer una excepción con la hostelería del medio rural y más aún con un lugar como este, que va más allá de un negocio de hostelería, porque damos auxilio en montaña". "Si ahora alguien tiene un accidente y se queda sin cobertura, no tendría donde acudir", resume Obregón, a quien el cierre perimetral de la región y el impedimento de los montañeros vascos para llegar a Lunada también le está generando cuantiosas pérdidas.

Pero ella continúa en su refugio. Quien se acerque se podrá tomar un caldo, aunque sea en la calle. Su generosidad va más allá de sus obligaciones como hostelera y prueba de ello es la movilización de montañeros y expertos que promovió para rescatar a 9 yeguas que estuvieron 7 días enterradas en la nieve sin comer ni moverse. El día 8 de enero salieron de su encierro en las cercanías de Busnela, en la Merindad de Valdeporres, y Pilar Obregón sumó otro motivo de orgullo.