1212, VIII centenario

R.P.B./H.J./ Burgos
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‘El triunfo de la Santa Cruz’, cuadro de Marceliano Santa María que recrea la famosa contienda. - Foto: Museo Marceliano Santa María.

Este año se cumplen 8 siglos de la batalla de Las Navas de Tolosa, el día en el que el ejército cristiano derrotó a los musulmanes y abrió las puertas de Al Andalus a la Reconquista. Aunque no está prevista ninguna celebración extraordinaria en la ciudad, de Burgos era un hombre que fue clave en la estrategia victoriosa y en Las Huelgas se conserva el que se considera el trofeo más preciado de aquella jornada

 

¿Y si el pendón

tuviera un siglo menos?

Una burgalesa experta en cultura islámica sostiene en un estudio que el tapiz conservado en Las Huelgas no es almohade sino meriní, lo que retrasaría 100 años su datación

El día del Curpillos las autoridades civiles y militares de Burgos sacan en procesión, si el tiempo lo permite, una enorme y espectacular bandera con caracteres en árabe. Cualquier burgalés medianamente formado en la historia local lo identificará con el pendón de Las Navas de Tolosa, el precioso trofeo capturado a las tropas musulmanas el día que marcó el devenir de la Reconquista.

En realidad, la pieza que sale a la calle es una copia. El original está custodiado en una vitrina, como objeto de alto valor que es, y forma parte del Museo de Telas del Monasterio de las Huelgas. La historia y la leyenda dicen que fue capturado en la batalla legendaria de 1212, y como tal la han guardado durante siglos los reyes hispánicos (ahora bajo la gestión de PatrimonioNacional). Sin embargo, una historiadora burgalesa, experta en civilización islámica, cuestiona la autenticidad de las creencias establecidas.

Miriam Ali de Unzaga,  en un artículo publicado en 2003 por Oxford University Press y avalado por el Instituto de Estudios Islámicos de Londres, sostiene que el pendón no es almohade sino nazarí o mariní, y por tanto debe ser datado un siglo después de la batalla de Jaén. La historiadora no quiere decir que la bandera musulmana sea falsa pero asegura que, tras una comparación exhaustiva con otras telas de la época, debe descartarse que sea de origen almohade. Su tesis la asimila a otras banderas de la dinastía nazarí o mariní, lo que inmediatamente llevaría su datación hasta el siglo XIV, cien años después de la gesta de Las Navas. Y a esta conclusión llega después de analizar las formas de las telas, las técnicas de tejer empleadas, el uso de inscripciones al reverso, el estilo caligráfico y los motivos encontrados en las bandas coránicas que lo rodean.

La propia Ali de Unzaga, que recientemente impartió una conferencia sobre el llamado ‘Bordado de Oña’ durante el Congreso Internacional del Milenario, recoge en su estudio las complejas consecuencias que una conclusión así tendría para «uno de los símbolos más prominentes de la victoria cristiana sobre los musulmanes en España» que fue utilizado incluso por Franco como paralelismo a su particular ‘Cruzada’ de la Guerra Civil. Muchos españoles, dice textualmente Ali, «encontrarían difícil de aceptar que la bandera de Las Huelgas no es un trofeo victorioso de la batalla de Las Navas de Tolosa», pues después de muchos siglos como símbolo ha calado hondo en la memoria colectiva.

El tiempo y nuevos estudios al respecto dictarán sentencia sobre la datación exacta de esta maravilla del arte musulmán. La propia Miriam Ali, que actualmente trabaja en Viena y que a finales de mes participará en Madrid en un congreso sobre tejidos medievales en España, explica que está preparando, para su próxima publicación, una segunda parte de su trabajo investigador. Se centrará en la iconografía y los leones rampantes del pendón de Las Navas.

 

Un

burgalés ganó

la batalla

Fernando García de Villamayor fue quien, en el momento crítico, persuadió al rey Alfonso VIII para que aguantara el ataque moro para luego vencer

Alguien detuvo al rey castellano, en esa hora crítica resuelto a avanzar hacia una muerte segura. Detuvo su caballo, encabritado por el fragor de la batalla, y le habló al oído. El rey Alfonso VIII escuchó con atención a aquel hombre, que le aconsejaba aguardar, esperar a que la caballería almohade siguiera acercándose a las tropas cristianas. Aquel campo jienense, cercano a la villa de Navas de Tolosa, estaba siendo escenario de un acontecimiento bélico de primera magnitud. Se libraba un enfrentamiento entre reinos que supondría el comienzo del fin de la presencia musulmana en la Península Ibérica. Las fuerzas militares eran claramente desiguales. De lado cristiano -representado por los Reinos de Castilla, Navarra, Aragón y Portugal-, 70.000 hombres. De lado musulmán, con el califa Miramamolín al frente, 120.000 soldados. 16 de julio de 1212.

La lucha está siendo encarnizada. La Crónica latina de los Reyes de Castilla recoge así uno de los pasajes: «Se atacan, se lucha por doquier, cuerpo a cuerpo, con lanzas, espadas y mazas, y no hay lugar para los saeteros. Insisten los cristianos, resisten los moros, se produce el fragor y ruido de armas.Se mantiene la lucha, ni unos ni otros son vencidos, aunque en alguna ocasión unos caigan sobre los enemigos y en otras sean repelidos por ellos.En alguna ocasión se llega a gritar por algunos cristianos heridos que los cristianos habían sucumbido». Y es que por momentos los moros parecieron imponerse por ser más numerosos. Sobre todo en un momento crucial, cuando las primeras filas de los cristianos se rompieron, siendo de inmediato rodeadas por los moros. La segunda, al ver lo sucedido, inició la retirada, siendo de inmediato perseguida por la caballería almohade.

Fue entonces, al ver por un lado la espantada de los suyos y por otro la saña con que estaban éstos siendo hostigados por los moros, cuando el monarca castellano se enfureció y se aprestó a atacar con todo, llegando a decirle al arzobispo de Toledo, a caballo junto a él: «¡Muramos aquí vos y yo!». Fue entonces cuando se le acercó aquel hombre.Se llamaba Fernando García de Villamayor y era burgalés. El rey lo meditó y decidió hacerle caso. Dejó que los almohades siguieran acercándose y cometieran un error táctico que les saldría caro.Que les costaría la derrota. Al romper su formación y salir a por los cristianos que huían, sus líneas se dispersaron. Tanto que, para cuando quisieron, ya era demasiado tarde. Muy separada su vanguardia de su retaguardia, entonces sí, los cristianos atacaron, y tras horas de cruento enfrentamiento salieron vencedores. El saldo de bajas lo dice todo.Se calcula que hubo en torno a 2.000 muertos cruzados por varias decenas de miles de moros fallecidos.

El héroe anónimo. ¿Quién era Fernando García de Villamayor? ¿Quién fue el hombre que detuvo una ofensiva que hubiese podido cambiar los designios de una de las batallas más importantes de la Reconquista y, por ende, la historia tal como hoy la conocemos? El burgalés Fernando García, señor de Villamayor y Celada, nacido hacia 1174 ó 1175, según diversas fuentes, ejerció como mayordomo del rey de León (pieza esencial en la administración de las cortes medievales) durante años, aunque ya en 1208 las crónicas le sitúan como miembro del séquito del rey castellano Alfonso VIII. Hombre poderoso e influyente, cercano durante tantos años de su vida a los monarcas más importantes de su tiempo, no extraña que en trance tan delicado hubiese tenido la gallarda osadía de aconsejar al rey castellano. Fernando García falleció cinco años más tarde de la famosa contienda, en 1217. Fue enterrado en el monasterio de Benevívere, Palencia.

Fuente: Un burgalés, el verdadero artífice del triunfo de las Navas de Tolosa. Carlos Vara Thorbeck. Academia Burgense de Historia y Bellas Artes; Institución Fernán González, 2009.