«Tenía que salir para no pertenecer a esa secta»

P.C.P. / Burgos
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Sor María Amparo, clarisa que salió del convento de Belorado por no estar conforme con el 'cambio' de esa comunidad. Concede una amplia entrevista a DB contando qué pasaba tras los muros

Entrada al monasterio de las clarisas de Castil de Lences, - Foto: Valdivielso

La religiosa número 16 de la comunidad clarisa de Belorado rompe su silencio en esta entrevista, tres días después de abandonar el convento de La Bretonera y buscar refugio entre los bellos muros del monasterio de Castil de Lences. Sor María Amparo no considera prudente salir de allí en estos momentos, ni mostrarse ante los periodistas, pero sí ha accedido a dar su nombre y testimonio. No se esconde.

Tampoco oculta que sufre, muchísimo, sobre todo por las religiosas mayores que se han quedado dentro de la que ha sido su casa durante cerca de 20 años y a las que ni siquiera pudo decir adiós. Una casa en la que el pasado domingo desembarcó un señor al que esta religiosa no había visto nunca antes y les anunció que tomaba el mando del convento. Sor María Amparo se levantó y con una templanza y una seguridad que cree que en esos momentos le envió Dios rebatió las «burradas contra la Iglesia» que profirió el excomulgado Pablo de Rojas y que después ha oído a las hermanas en televisión, porque nunca antes le habían comentado nada. Todo ello le lleva a pensar que solo repiten lo que han oído al líder de esta «secta», como la llama sin tapujos.

¿Cómo se encuentra, hermana?

Muy bien, tranquila, pero con mucho dolor. Sobre todo, por las cinco hermanas mayores. Eso es lo que más me preocupa.¿Cuántos años lleva como religiosa? ¿Siempre en Belorado?

62 años como religiosa. Primero de vida activa y, después, he sido clarisa en Vitoria durante 24 años. Ahora voy a hacer 20 años en Belorado, estoy incardinada canónicamente allí y realicé la profesión de Santa Clara, en manos de la madre Pureza.

¿Cuándo y cómo decidió salir del convento de Belorado?

Muy sencillo: cuando vi el plan que nos proponía el señor Pablo de Rojas. Nos dicen que vayamos al locutorio a las 16:30 de la tarde y se presenta diciendo que es obispo de no sé qué. Dice: 'desde ahora, yo soy el superior, el que manda en la comunidad, y ustedes están bajo mi jurisdicción'. Y yo me levanté y le rebatí bastante. El Señor me puso las palabras en la boca, lo que tenía que decir: 'Estamos bajo la jurisdicción de D. Mario. Él es el sucesor de los apóstoles para la Archidiócesis de Burgos', le respondí. Él me dice que 'eso no vale para nada, no existe' y más burradas contra la Iglesia. Yo por nada del mundo salgo de mi Madre la Iglesia y por nada del mundo dejo mi obediencia al sucesor de San Pedro, que en este momento es el papa Francisco. Estuvo intentando convencerme, pero estuve muy firme.

Le dije también que no era lícito plantear este asunto sin haber tenido una reunión del capítulo, y me dijo que era una decisión que «estaba tomada desde hacía mucho tiempo y que todas estaban de acuerdo». Yo le dije que sor Pilar y yo no sabíamos nada, y las mayores tampoco, y me respondió que, con que hubiera una mayoría era suficiente. Al final, me dijo que, si yo no aceptaba estar bajo su jurisdicción, tendría que marcharme. Así de tajante.

¿Qué es lo que le empuja a dar el paso definitivo?

He estado tres días sin misa y sin nada, y decidí que así no se podía estar. He sufrido una vigilancia total para que no pudiera hablar con las hermanas mayores. No me han dejado despedirme de ellas. Igual ni saben que ya no estoy allí. Fue una decisión firme: tenía que salir. Sobre todo, para no pertenecer a esta secta, por nada del mundo. En ese ambiente ya no se podía estar.

¿Se lo plantea a la madre abadesa directamente o habló primero con otras hermanas?

El día que me marché le dije a la madre abadesa que no podía seguir así y que me quería marchar, y me dijo que lo hiciera tranquilamente. Las hermanas salieron a despedirme y me abrazaron. De las mayores no pude despedirme.

¿Ha vuelto a hablar con las hermanas que están en Belorado? ¿Las ha escuchado en televisión?

No, no admiten. Ayer estuve viéndolas un poco y no vuelvo más. Me dio pena, sencillamente.

¿Sabían que se podía organizar todo este escándalo?

Me ha llegado información de la que se ha liado, a través de las hermanas que me han ido explicando. Estoy informada de los manifiestos que han hecho.

Dice Sor Isabel que el papa Francisco es un invento, una farsa.

A mí no me han dicho eso, no se atrevieron. Lo dijo el señor Pablo de Rojas, pero a mí no me dijeron ni palabra. Lo he visto después en la televisión. Pienso que es una repetición de lo que él les dice.

¿Cree que todas están de acuerdo con el paso que han dado?

No lo sé, porque no manifestaban nada. Parece que para ellas es normal, que están contentas… pero no he podido hablar con ellas de este tema, en absoluto.

Sor Isabel y sus hermanas hablan de un camino muy largo y doloroso. ¿Sabe cuánto hace que tienen esas dudas? ¿Que se hacen preguntas y no encuentran respuestas?

-Prefiere no responder-.

¿Conoce a ese hombre que dice ser obispo, Pablo de Rojas?

No, lo vi por primera vez el domingo día 12 en el locutorio. Hace unos años lo vi en una revista, y me pareció, con perdón, un 'fantoche', como dijimos muchas, al ver aquello. En ese momento nadie creía en esto. Esto se ha fraguado poco a poco. Ellas sabrán.

¿Y al que se hace llamar 'don José', y que dice ser sacerdote?

No sé si lo será, pero lleva 'coronilla' y todo (ríe). Vamos, es que me da la risa… Lo que sí quedó claro es que desde ahora las monjas tendrán capellán de su secta o lo que sea.

¿Antes no tenían capellán?

Sí, y quiero aprovechar para agradecer a don Ángel, porque mejor no se ha podido portar con nosotras. Se ha estado adaptando a todos los horarios y a todo lo que hemos pedido. Sobre todo en este mes, que ha estado don Norberto –el otro capellán­– en su país, ha hecho lo imposible por atendernos. Les estoy muy agradecida a los dos.

¿Cómo ha sido el trato con Pablo de Rojas y con el tal don José?

Yo no he tenido más trato con ellos que el que te he dicho antes. Y después no he seguido porque me marché. Una vez que iban a empezar con la liturgia me marché. Francamente, no me interesaban.

¿Era la primera vez que visitaban el convento?

No lo sé, pero posiblemente no, porque si todas, menos las mayores y yo, lo sabían, es muy posible que hubiera estado en otras ocasiones, o al menos visitado a las de Orduña.

¿Por qué cree que a usted la habían dejado de lado y no se lo comunicaron hasta el último momento?

Eso no lo sé. Pero me ha extrañado que hayan tomado una decisión tan seria sin contar con el capítulo de la comunidad. No se puede tomar una decisión de estas sin contar con el capítulo, y no ha habido ninguna reunión. Me lo han dado todo hecho.

¿En algún momento les transmitió la abadesa que la Comunidad tuviese problemas económicos de alguna índole?

No, yo no sé nada de eso. Generalmente, las cuentas las llevan entre las discretas, y en el capítulo alguna vez se comentaba alguna cosa un poco por encima. Pero de los problemas que están diciendo en la televisión que hay yo no tengo ni idea. No sabía nada.

¿Ha tenido ocasión de hablar con el arzobispo de Burgos tras salir del monasterio?

Yo a don Mario siempre le he tenido un gran cariño y para mí siempre ha sido mi obispo, cuando he estado en Derio y ahora. Me parece una maravilla y nos ha ayudado muchísimo. Estando en Derio nos ayudó muchísimo y aquí, igual no ha tenido posibilidad de hacerlo. En la conversación que hemos mantenido esta tarde me ha parecido un verdadero padre que se interesa por nosotras. Me encanta el interés que ha tenido, sobre todo por las mayores. Tiene un corazón muy grande de padre y, por eso, con toda el alma, quiere poder hacer algo por ellas.

¿Qué tal se encuentra en Castil de Lences?

Cuando ya me monté en la furgoneta y me dijeron que venía aquí, a mí se me ensanchó el corazón. Sabía que encontraba unas hermanas de verdad. Entonces me vine feliz. Estoy contentísima aquí.

¿Va a quedarse en Castil o tiene intención de ir a Vitoria?

Yo le dije a mi abadesa que quería ir a Vitoria, en principio, pero luego he venido aquí y estoy agustísimo, hasta que decidan lo que sea. No son días de andar por la calle, así que procuro no moverme, no es prudente que estos días me traslade a ninguna parte.

¿Qué le dice su familia de todo esto?

He tenido muy limitada la comunicación con mi familia. Pero mis sobrinos, como se han ido enterando, me han llamado aquí –a Castil– y he hablado con dos de ellos, para que se quede la familia tranquila.

¿Cree que las hermanas de Belorado pueden cambiar de opinión y volver al seno de la Iglesia católica?

No lo sé, eso cada una es libre de hacerlo. Hay que orar mucho al Espíritu Santo para tener luz. Si no, no se puede tener luz. Estamos orando mucho por ellas para que puedan ver, pero yo no sé la decisión, no sé lo que pueden hacer. Yo las respeto con toda el alma, pero rezo mucho para que tengan luz.