El auge del consumo de blancos y rosados alerta a las bodegas

I.M.L. / Aranda de Duero
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La presencia minoritaria de estas variedades en la oferta ribereña, y el rango elevado de precios de los tintos, puede llevar a los consumidores a decantarse por las propuestas de otras zonas vitivinícolas

Los blancos de albillo mayor llegaron para ocupar un vacío en Ribera. - Foto: Alberto Rodrigo

Los cambios de tendencias en el consumo de vino es una de las variables que manejan las bodegas de la DO Ribera del Duero para estimar a medio plazo su nivel de ventas. En los últimos meses, han detectado que el gasto en las variedades blanco y rosado ha consolidado la curva ascendente que ya comenzó el año pasado, en detrimento de los clásicos tintos que son el santo y seña de esta comarca vitivinícola. «Antes el clarete sólo lo pedían los mayores de aquí, ahora en una ronda de gente joven hay más copas de blanco y de rosado, y muchos son de fuera de aquí, como de Rueda, porque sus blancos son más baratos que los nuestros», reconoce un experimentado camarero en uno de los establecimientos con mayor carta en barra de la capital ribereña.

Lo que se detecta en la barra también se ve en el balance de ventas de las bodegas y las que más lo detectan son aquellas que incluyen en su oferta una mayor variedad de vinos. «Hemos notado un aumento de ventas de nuestros claretes, de hecho ya lo tenemos agotado a estas alturas del año, mientras que los tintos van parecidos a otras campañas o algo por encima», apunta Fernando Ortiz, de Territorio Luthier. «Aquí todavía se consume más tinto que otra cosa, pero los distribuidores que trabajan en otras zonas, como Madrid o el norte de España, colocan ahora con menos esfuerzo los rosados, mientras que hay tal saturación de tintos de Ribera que les está costando más», reconoce un bodeguero de la DO que lleva cuatro años elaborando claretes para «abrir el mercado, la gente joven prefiere vinos más fáciles de beber y esos son los futuros consumidores».

A esta tendencia, que va en contra de los afamados tintos ribereños, se añaden otros dos detalles que empiezan a ser habituales en el mercado nacional. «Ahora se buscan vinos más baratos, lo que va en contra de la Ribera del Duero, porque la fama de grandes vinos trae aparejada la opinión de que son más caros», expone María Rodero, de bodegas Carmelo Rodero. A esto suma que «hay un punto de incertidumbre en el mercado porque ha habido un freno en la demanda después del repunte del consumo de vino que se dio después del covid», lo que según Rodero hace que las bodegas controlen con lupa estos cambios en las tendencias para poder adelantarse y afrontarlas sin que afecte a su cuenta de resultados.

Este escenario que empieza a apuntarse en el sector enológico todavía no se deja ver en los números de ventas de este año. Hasta el mes de octubre, el Consejo Regulador había entregado a las bodegas 75,5 millones de contraetiquetas, lo que supone 2,2 millones más que el año pasado a 31 de octubre. Los bodegueros reconocen que «el último trimestre del año las ventas suben de forma exponencial», como verbaliza María Rodero, de cara a la campaña navideña. «Con las fiestas que se avecinan y los regalos de empresa o lo que sea, esperamos un incremento de ventas en la recta final del año», coincide Ortiz, por lo que se podría llegar a las cifras de entrega de contraetiquetas para sacar los vinos al mercado de 2022, cuando se llegó a 82 millones.