Tardaré en quitarme de la cabeza esa imagen brutal de la narcolancha pasando a toda velocidad por encima de la zodiac de la Guardia Civil para asesinar a dos agentes y dejar malherido a otro. La hemos visto por cortesía de alguien que desde el muelle grababa junto a un grupo no pequeño por el nivel de gritos que jaleaban a los delincuentes desde el muelle. Algo denigrante para la sociedad y escalofriante por la impunidad con la que se mueve el narcotráfico es esa zona de la costa española. Una narcolancha jugando al ratón y al gato con la zodiac de la ley y el orden mientras otras cuatro esperan su turno tranquilamente fondeadas en el puerto. Sin ninguna opción de victoria.
Mientras tanto los helicópteros vigilando a los peligrosos tractores para no restar glamour a eventos blindados. Si eso es todo lo que estamos dispuestos a poner en la batalla es mejor mirar para otro lado cada vez que los narcos quieran alijar la droga y que Marruecos siga ganando. Ahorraremos las vidas de guardias civiles y el espectáculo. Ahora desde el Gobierno todo son condecoraciones, actuación impecable y heroica pero nadie asume responsabilidades ante las muertes y miseria de medios. Cada uno de los motores de la narcolancha vale lo que cinco o diez embarcaciones como la arrollada. Por no hablar de ese cuartel de Barbate falto de mantenimiento hasta en el rótulo de su fachada. Una vergüenza.
Y no puedo evitar conectarlo con un Gobierno loco por amnistiar a toda costa a los atacantes de las fuerzas del orden en Cataluña además de prometer a los independentistas ventajas económicas de quince mil millones de euros o inversiones efectistas a los gallegos para comprar un resultado electoral. Es el alijo catalán y gallego.
No sé cuánto va a tardar esto en reventar pero la temperatura sigue subiendo mientras escucho en la radio a un joven pastor asturiano lamentarse de los ataques del lobo que ponen en jaque su modo de vida. Me pregunto qué va a pasar cuando esos ganaderos de media España que están asediados por una población descontrolada de lobos defendidos desde los despachos por naturalistas de diseño decidan salir a las carreteras. Pero ya se sabe que agricultores, ganaderos, pescadores, transportistas, jueces, fiscales… son el lado oscuro haciendo ruido. Como el niño jugando a la pelota que cantaba Serrat.