«Fue un proyecto eléctrico como podía haber sido de otra rama profesional». Y de aquella decisión, poco menos que casual, han pasado ya 48 años. Fue en 1966 cuando Pablo Nieva, el fundador de Electricidad Nieva, empezó a trabajar como autónomo realizando en las viviendas de Miranda de Ebro los cambios de tensión de 125 a 220 voltios.
Hoy, casi medio siglo después, tras una evolución constante y con su hijo Juan Ignacio pilotando la nave desde los años 90, es cuando se ve el paso del tiempo y los resultados de esta transformación. Hasta tal punto que el jurado de estos galardones organizados por la Confederación de Asociaciones Empresariales (FAE) y Cajaviva Caja Rural ha decidido reconocer esta labor y hoy le otorgará el galardón a la Trayectoria Profesional en el acto de la segunda edición de los Premios Pymes y Autónomos.
Si los cambios de tensión fueron el origen de esta empresa, el siguiente gran paso, según relata Juan Ignacio Nieva, se produjo con el crecimiento de la ciudad provocado por las construcciones de viviendas y por la expansión industrial. Eso obligó a adquirir un local de punto de venta y de atención al cliente.
En el año 1990 aparece en escena Juan Ignacio y padre e hijo, hasta que Pablo Nieva decide apartarse y dedicarse a la política, dan otro paso más en la modernización del negocio que se mantiene hoy en día en el local que tienen en la calle Alfonso VI. Dejan de dedicarse en exclusiva a las instalaciones eléctricas de los edificios y comienzan a trabajar en la colocación de aparatos de aire acondicionado, en vivienda inteligente, en domótica e incluso en redes informáticas.
Si algo destaca José Ignacio como el secreto del éxito de la empresa es «la profesionalidad y la seriedad a los largo de los años». Una seña de identidad que ha hecho que a día hoy, según presume, «los hijos de los clientes sigan confiando en esta empresa familiar». Un compromiso que les está ayudando a superar unos años de crisis que «siguen siendo difíciles» y sobre la que avecina que su final se hará esperar.