Llevaban un tiempo sin verlo, pero no les pareció raro porque solía trabajar largas temporadas fuera de Aranda. «Era un hombre solitario», relata una de sus vecinas, «no se le veía relacionarse con otras personas». Todos se dieron cuenta de que algo no iba bien cuando en la última junta del edificio cayeron en la cuenta de que llevaba un tiempo sin pagar los recibos de la comunidad. «Tenía el buzón lleno de propaganda, ya no cabía más». Sin embargo, nadie echó de menos su presencia y explicaron su ausencia con algún compromiso laboral, como ya había pasado en otras ocasiones.
Un mensaje a uno de sus familiares fue suficiente para que días después los bomberos se acercasen hasta el edificio para intentar acceder a la vivienda. Fue el miércoles por la tarde. «Oímos golpes, eran los bomberos tratando de abrir la puerta», tras varias intentonas, una de las vecinas permitió que utilizaran su balcón como forma de entrada, «cuando por fin pudieron pasar a la casa se encontraron todo el panorama». El hombre, de 50 años, estaba totalmente momificado y según la autopsia, realizada ayer, hacía ya unos seis meses que había fallecido.
En el lugar de los hechos, además de los bomberos, se personaron miembros de la Policía judicial y científica. El domicilio no presentaba ningún indicio de violencia y, aunque no se conocen la causas del fallecimiento, fuentes oficiales apuntan a una muerte natural. Se han enviado muestras al laboratorio policial de Madrid con el objetivo de conocer la fecha exacta de la defunción.
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