El primer anuncio del mandato de Cristina Ayala como alcaldesa ha sido el del proyecto de construcción de un recinto ferial de 140.000 m2 en suelo de Villalonquéjar IV, una demanda de la ciudad que se remonta muchas décadas atrás y que, por unos u otros motivos, nunca se ha llegado a materializar. Lo han bautizado como 'ExpoBurgos', nombre compuesto y de fácil recuerdo que a muchos vecinos les ha traído a la memoria aquellas ferias multitudinarias y muy divertidas que acogió el desaparecido aparcamiento de Caballería -hoy Complejo de la Evolución Humana- entre mediados de los años 80 y los 90 del pasado siglo.
Se llamaban 'Expobur' y nacieron en 1983 por iniciativa del comercio local representado en su federación de empresarios, la FEC. Entonces no existía internet ni se lo esperaba, pero el comercio estaba inmerso en una profunda crisis: la irrupción de los grandes formatos, los hipermercados y grandes almacenes, le obligaba a un cambio a marchas forzadas.
'Expobur' surgió en el seno de la Semana del Comercio, organizada por la FEC en tiempos de Juan Campo Pampliega como presidente del colectivo empresarial. La primera edición tuvo lugar en el claustro del monasterio de San Juan. La segunda ocupó el claustro y la sala capitular. El éxito de participantes y de público obligó a pensar en una gran carpa neumática de 1.500 m2 con capacidad para 24 expositores y en un emplazamiento estratégico para la tercera cita.
Así nació 'Expobur' con tal denominación, convirtiéndose en una de las grandes ferias comerciales de Burgos y su entorno. La apertura de la carpa de Caballería en el 87 contó con la presencia del entonces presidente de la CEOE, el todopoderoso José María Cuevas. En sucesivas ocasiones estarían José María Aznar, Juan José Lucas y Jesús Posadas como presidentes de la Junta, acompañados por los alcaldes José María Peña y Valentín Niño, entre otras autoridades.
Las ferias se celebraban en otoño y en su interior se llegaron a reunir hasta 70 comercios y empresas de todo tipo a costa de ampliar más y más la superficie de la carpa neumática, hasta alcanzar los 6.000 m2 de la última edición, la de 1995, con Carlos Olivares como presidente de los comerciantes.
Entonces, como decíamos, no existía internet y en los diferentes stands se exponía lo último en televisiones, sillones, cocinas, mármoles, muebles de salón, vinos de Ribera, abrigos de visón, mieles del último rincón de la provincia, la oferta de viajes de novios, los primeros teléfonos inalámbricos o el último modelo de automóvil con 4 marchas y pintura metalizada (que sería rifado al final de la muestra).
La carpa tenía sitio para la cafetería y los juegos para los niños, y en sus largos pasillos todo Burgos se veía como si fuese el paseo del Espolón.
Se llegaron a pagar 215.000 pesetas por siete días de stand y en los mismos se pudo ver y hablar con Perico Delgado, cuando corría con el Reynolds; los futbolistas más señeros de Primera División o se podía montar uno en la moto de Jorge Martínez 'Aspar'. Hasta Ramón Tamames, fallido candidato a La Moncloa, pronunció una conferencia sobre el futuro del comercio.
Recinto estable. 'ExpoBur' llegó a superar los 20.000 visitantes y no dejó de crecer hasta principios de los años 90, con la financiación de la Caja Municipal de Burgos y de la Junta de Castilla y León. En la edición del 91 ya se empezó a hablar de estancamiento de la idea [de hecho en el 92 no hubo certamen aprovechando que estaba la Expo de Sevilla] y fue entonces cuando se suscitó el debate del traslado a un emplazamiento fijo de la ciudad.
Se barajó la construcción de un nuevo recinto en La Milanera o en la Aduana de Villafría, también se habló de Las Tejeras. Desde la FECse apostó duro por lo que hoy es el centro comercial Camino de la Plata, que, en esencia, supuso la apertura de puertas a las grandes superficies en pleno centro de la ciudad.
Ferias ha habido muchas desde entonces en Burgos, como la Expo Gamonal, pero su continuidad en el tiempo ha sido más inestable. El cambio en el comercio que se barruntaba en tiempos de Juan Campo, José María Giménez Romo o Carlos Olivares es hoy una revolución imparable. No hay ferias ni tampoco comercio a pie de calle, los largos pasillos bajo carpa se han sustituido por unas plataformas digitales en las que es posible comprar cualquier cosa de cualquier parte del mundo, en cualquier momento del día o la noche y sin moverse del sillón...