José Ruiz Fernández | Presidente de la junta vecinal de La Parte de Bureba y concejal en Oña
«Hay más implicación desinteresada en las nuevas generaciones de alcaldes»
José Ruiz Fernández nació y se crio en La Parte de Bureba hasta los 11 años, momento en el que empezó a recorrer el mundo. Pasó por un par de internados, estudió comunicación en Salamanca y ha residido en varios países de Europa, donde se especializó en Marketing. En 2013 se embarcó en un proyecto personal por los cinco continentes que a su conclusión entendió que era el momento de regresar con su mujer Elia, de nacionalidad japonesa, al lado de la familia. La pandemia supuso el punto de inflexión para asentarse definitivamente y criar a Alan en el pueblo, principalmente por la «tranquilidad y calidad de vida que ofrece», expone.
No se considera una persona conformista, lo que le ha llevado a implicarse en diferentes proyectos relacionados con la integración de personas con discapacidad, o que se haya convertido en el máximo responsable de la gestión de la junta vecinal, que para su entender «necesitaba una administración más directa».
José Ruiz Fernández, presidente de la Junta Vecinal de La Parte de Bureba y concejal en Oña, junto a su familia. - Foto: S.F.L.Por extensión, el Ayuntamiento de Oña es la institución más cercana -y a la que pertenecen- que en el «pasado ha caminado de espaldas a las pedanías, acaparando todos los recursos e invirtiendo el mínimo posible», critica. Ello le empujó a presentarse con 42 años a presidir La Parte de Bureba y a gobernar en el Consistorio oniense bajo las siglas del partido Gestión la Bureba. Salió elegido en su pueblo y su programa convenció como para recibir los suficientes votos y tener representación en el municipio.
Nuestros recursos son muy limitados y el acceso a las subvenciones es un mundo incierto"
Considera que entre las obligaciones de un alcalde pedáneo destaca la de «defender en Oña los intereses de nuestras juntas vecinales, y por tanto tener voz propia en la institución en la que se toman las decisiones que nos afectan directamente», añade. Su primera experiencia en política local le ha permitido constatar que «hay más implicación desinteresada en las nuevas generaciones de alcaldes de la comarca, una gestión más transparente y ganas de dinamizar los pueblos para que se mantengan vivos».
Javier Tajadura Santamaría, alcalde de Campolara e ingeniero aeroespacial. - Foto: Alberto RodrigoEl camino no será sencillo, pero el burebano peleará por «solucionar» el problema que arrastran en la red de agua. «Además nos encontramos con el bar cerrado, unas calles que piden a gritos limpieza y asfaltado, un alumbrado público mejorable, una fibra óptica que no termina de llegar o las casas municipales esperando ser renovadas, entre otras», expone. Sin embargo, tras reflexionar sobre su labor cree que la mayor dificultad en un pueblo pequeño es «mantener un equilibrio para que todos los vecinos se sientan integrados y considerados», y que los jóvenes no solo vuelvan a casa por Navidad, sino «durante todo el año».
En los primeros 12 meses al frente las frustraciones también han brotado, sobre todo al comprobar que «en política todo va muy lento y el acceso a las subvenciones es un mundo incierto que algunos organismos utilizan para tejer sus redes clientelares», denuncia. No obstante, «por ahora», declara con gracia, no se arrepiente de haber dado el salto porque «poco a poco se ven pequeños avances y han surgido nuevos proyectos que incitan a que las relaciones sociales mejoren».
Javier Tajadura Santamaría | Alcalde de Campolara e Ingeniero Aeroespacial
Josu Aramberri Miranda, alcalde de Arija y exdecano de la Facultad de Informática de la UPV. - Foto: A.C.«Intentamos escuchar a los vecinos y dar respuesta a sus necesidades»
Campolara es para Javier Tajadura Santamaría el recuerdo de veranos eternos, de las amistades de toda la vida, de paseos por el campo los fines de semana y un lugar de referencia al que siempre ir. A esta lista de alusiones añadió dos el año pasado con un carácter menos nostálgico, el compromiso y la responsabilidad que asumió cuando determinó concurrir a los comicios municipales del año pasado. «Prácticamente lo decidimos a las puertas de las elecciones», reconoce el joven alcalde, de 28 años e ingeniero aeroespacial de formación.
La política municipal nunca había entrado en sus planes. Estudió el grado en la Universidad de León atraído por esta rama de la ingeniería y pronto encontró trabajo en Madrid. La opción de acceder al Ayuntamiento del pueblo de su familia materna comenzó a tomar forma cuando se acercaban las elecciones. «Los cuatro años anteriores había gobernado un paracaidista. No se hicieron muchas cosas en el pueblo durante ese tiempo y los vecinos estaban bastante descontentos», comenta.
Con la intención de que no se repitiera esa situación se lo planteó a su «amigo de toda la vida» Adrián Cerezo, de 27 años y también de 'Campo', y juntos crearon la agrupación electoral Independientes por Campolara. «Cuando dimos el paso, otro grupo de vecinos había pensado lo mismo, aunque no lo sabíamos. Al enterarse de que nos íbamos a presentar ellos decidieron no hacerlo al final, ya que había alguien del pueblo dispuesto a presentarse», comenta Javier, que asegura que su mantra es «escuchar a los vecinos para conocer sus necesidades e intentar mejorar las condiciones de los que viven allí».
Nos presentamos para evitar que gobernara algún paracaidista y dar solución al agua"
Reconoce, tras un año en el cargo, que gestionar el consistorio supone una implicación día a día. «Surgen inquietudes de los vecinos o pequeños o grandes problemas que hay que ir solventando. Se lleva bien, pero hay que estar encima de muchas cosas y pendientes de la publicación de subvenciones», relata el joven, que hace unos meses cambió Madrid por Burgos, donde trabaja ahora como ingeniero vinculado a la industria. «Siempre me han gustado las ciudades pequeñas y tranquilas y poder estar cerca del campo».
El otro empujón hacía la Alcaldía se lo dio el problema del agua en la localidad, a la que algunos veranos han llegado camiones cisterna para suministrar a los vecinos. «Anteriores corporaciones había comenzado con la renovación de la red y queremos seguir con ella. El año pasado destinamos la partida de planes, pero el proyecto total asciende a 500.000 euros, algo desorbitante para un pueblo pequeño», comenta Javier, agradecido con el apoyo de sus vecinos.
Otro «problema» es el mal estado de las carreteras. «Gran parte de ellas no son provinciales, en su día no se transfirieron a la Diputación y son obras tremendamente caras», afirma el joven alcalde, al que también le gustaría poder reparar alguna de las zonas de juegos infantiles o deportivas. Recuerda que también hay bastantes caminos en mal estado y que la vía verde del Santander Mediterráneo, que no se terminó, hace que su mantenimiento sea más costoso.
Josu Aramberri Miranda | Alcalde de Arija y exdecano de la Facultad de Informática de la UPV
«Poco a poco vamos enderezando el rumbo, pero sin un cambio radical»
El alcalde de Arija, Josu Aramberri Miranda, veranea en la localidad desde que en 1957 sus padres adquirieron allí una vivienda. Tenía 4 años y acabó enamorado de una arijana y regresando siempre a la villa, aunque adquirió una casa en San Vicente de Villamezán, a apenas 2 kilómetros. Este físico e informático, cuya vida profesional ha estado ligada a la Universidad del País Vasco, donde llegó a vicerrector y fue decano de la Facultad de Informática en San Sebastián, nunca pensó en entrar en política. Pero tras jubilarse con 68 años en 2021 y pasar más temporadas en Arija comenzó a notar sus carencias. Una de ellas era la escasa cobertura de telefonía móvil y la mala calidad de las telecomunicaciones e internet. El cierre durante casi un año del tránsito por el puente que conecta los barrios de Arriba y Abajo también le encendió. En busca de alternativas más allá de un rodeo kilométrico, Aramberri acudió al Procurador del Común y su respuesta «fue decisiva, porque me decía que la ciudadanía no tenía nada que hacer, dado que nuestra voluntad estaba depositada en el Ayuntamiento y éste era el que decidía».
Ahí fue cuando Aramberri decidió crear la candidatura de SI-ARIJA, conformada por cuatro personas que nunca habían tenido nada que ver con la política. El ahora alcalde también vio en sus viajes, cada vez más frecuentes a Arija fuera de la época estival, cómo «el descenso de la población y la pérdida de servicios que conlleva» era patente. Por ello, su programa persigue «reactivar la economía y los servicios frente a una Corporación que vimos que no tenía objetivos».
Queremos desestacionalizar el turismo y reactivar la economía y los servicios"
Sus prioridades son claras y en ellas trabaja sin descanso. Las infraestructuras de telecomunicaciones para atraer población que teletrabaje son una de ellas. La fibra óptica ya ha llegado. Las infraestructuras básicas como el abastecimiento y depuración de agua o el alumbrado también están en el foco del nuevo alcalde, que además pretende desestacionalizar el turismo, uno de los pilares de la economía local, con proyectos como un Museo Vivo o acciones que visibilicen Arija, como el reciente nombramiento como Hijo Predilecto del empresario Daniel Alonso.
En busca de espacios donde desarrollar multitud de iniciativas y que podrían acondicionarse con fondos europeos, su equipo ya negocia con Sibelco la cesión de la antigua escuela de Cristalería Española y la capilla del barrio de Vilga, así como con la Confederación Hidrográfica del Ebro, la devolución de las propiedades municipales que se expropiaron, pero nunca llegaron a ser anegadas por el embalse del Ebro. El teléfono de Aramberri, que vive a caballo entre Guipúzcoa y Arija, arde cada día. Las ideas son muchas y el tiempo limitado.
Para el nuevo alcalde, «el Ayuntamiento es como un buque con mucha carga y con una inercia difícil de variar, pero vamos enderezando el rumbo poco a poco, porque lo que no podemos pretender es un cambio radical».