Es una de las más raras esculturas de la Edad Media. Su carácter articulado, su origen y la función que durante siglos desempeñó la convierten en una pieza única, una de esas obras que, a caballo entre la leyenda y la tradición, adquieren con los siglos un prestigio de icono.Se trata de la imagen de Santiago del Espaldarazo, que se conserva en el Monasterio de Las Huelgas, pero que estos meses forma parte de la exposición Camino.El origen, que sobre la ruta jacobea se celebra en la Ciudad de la Cultura de Santiago de Compostela. No es de extrañar que para esta muestra, compuesta por 150 obras de arte y once intervenciones artísticas que ofrecen una visión contemporánea de la ruta jacobea, se haya querido contar con esta pieza extraordinaria, puesto que se trata del único ejemplo de escultura masculina articulada medieval que existe en España.
La singularidad de la imagen de Santiago, como explica la historiadora María José Martínez Martínez en su estudio Las imágenes articuladas en las celebraciones áulicas: la escultura de Santiago del Espaldarazo de las Huelgas de Burgos, que acaba de publicar la revista especializada ‘Codex Aqvilarensis’, radica en la función que le asigna la tradición: armar caballeros a los reyes de Castilla. Para Martínez, esta tradición, que cerece de base documental (su transmisión hasta nuestros días ha sido oral) es cierta. En el siglo XII, las ceremonias de investidura de los monarcas eran oficiadas por obispos, quienes eran también los encargados de entregarles espada, cetro y corona.
«A partir de Fernando III los monarcas consideraron indigno ser armados por otros e introdujeron importantes cambios en la ceremonia y en los textos litúrgicos. La novedad más importante fue la auto-investidura. El ceremonial se diferenciaba del de otros reinos europeos en que el clero se supeditaba al poder regio, estableciéndose una jerarquización en la que la monarquía salía fortalecida. La ceremonia de Fernando III se celebró en el monasterio de Las Huelgas de Burgos, durante la misa y previa bendición de las armas por parte del obispo Mauricio. En la Crónica consta que el rey don Fernando tomo dell altar su espada, et el se la cinxo con su mano misma, et cinnossela como a armar caballero», escribe la autora.
Un obispo y el propio rey podían armar caballero al monarca; pero había otra tercera alternativa: el apóstol Santiago, como acredita La Crónica de Alfonso XI, «que refleja cómo el monarca, después de la bendición de las armas, procedió a armarse y después se acercó a la imagen de Santiago para recibir de ella una pescozada en el carrillo». La escultura de Las Huelgas articula ambos brazos -hombros, codos y muñecas- que se mueven accionando un cordón. «Los mecanismos Los mecanismos que facilitan la articulación hacían posible dar el ‘espaldarazo’y la ‘pescozada’, como refleja la distinta posición que adoptan sus manos».
Para María José Martínez, el hecho de hecho de que la imagen de Santiago se custodie en el Monasterio de Las Huelgas no es casual. Aunque algunos reyes se armaron caballeros en Compostela, en Las Huelgas se celebraron varias investiduras, están documentadas las de Fernando III en el año 1219 y Eduardo de Inglaterra en 1269, oficiada por Alfonso X. También tuvieron lugar las coronaciones de Enrique I en 1214, Alfonso XI en 1332, Enrique II en 1366 y Juan I en 1379. Con motivo de las coronaciones de Alfonso XI y Juan I hubo grandes fiestas, justas y torneos.
«El ambiente caballeresco que se vivía en Burgos estaba propiciado por la afluencia ‘peregrinos caballerescos’, que surgen en el siglo XIV, quienes al mismo tiempo que realizaban la peregrinación a Santiago participaban en justas, torneos y pases de armas en las cortes que visitaban. A la península acudían para ejercitarse en las armas frente a los musulmanes, en sustitución de la lucha en Tierra Santa. En este ambiente hay que situar la fundación en Burgos, por parte de Alfonso XI, de la cofradía de Caballeros del Santísimo y de Santiago de la Fuente en 1338, que tenía entre sus objetivos cultivar la caballería en honor al santo. Para ser admitido se debía pertenecer a determinadas familias», explica la historiadora.
Subraya Martínez que con la decadencia de la caballería, la talla de Santiago quedó relegada a un plano en el cenobio burgalés, lo que según ella explicaría su ausencia en los manuscritos dedicados a la ciudad en los siglos XVII y XVIII. «Las primeras referencias a la escultura monacal son del siglo XIX y coinciden con el movimiento romántico, que recuperó los relatos sobre caballeros. En este nuevo contexto algunos investigadores recogieron la tradición oral, largamente preservada por la comunidad religiosa, sobre la función que desempeñó la talla y la dieron a conocer».
Para Martínez, la imagen se realizó para armar caballero a Alfonso XI. «La ceremonia se celebró el día de Santiago en la catedral de Compostela. La fecha y el lugar elegidos reflejan una cuidada puesta en escena. Después de la ceremonia, la imagen se trasladaría a Las Huelgas, donde pudo armar caballeros a otros monarcas, aunque no necesariamente, porque el objetivo de su presencia era convertirla en un símbolo del poder regio (...) Considero que la imagen se realizó hacia 1332, año de la investidura y coronación de Alfonso XI. En esta datación incide el tratamiento del cabello, el uso del pellote y un momento histórico favorable. Puede concluirse que la investidura y la coronación de Alfonso XI estuvieron encuadradas en un marco premeditado de reafirmación del poder regio, con actos de amplia dimensión litúrgica. Entre los minuciosos preparativos estaría el encargo de la imagen articulada de Santiago que, al accionar los brazos, dotaría al ceremonial de un carácter sobrenatural, sacralizando la misma», apostilla.
¿Origen femenino?
Recoge la historiadora burgalesa una llamativa cuestión referente a la talla de Las Huelgas, a propósito de su reciente restauración, realizada por Francisco Torrón Durán; al parece, en el transcurso de la rehabilitación, detectó características femeninas en varias partes de la talla: en la mano izquierda, en que la barba no estaba tallada (como era habitual en la Edad Media), sino añadida con yeso y estopa, y la presencia de clavos en el cuello, «que interpretó como una rectificación del mismo. Por éstos y otros aspectos concluyó que podía ser una imagen de la Virgen transformada».
Sin embargo, para María José Martínez «la diferencia entre ambas manos puede deberse a la distinta función que desempeñaban, con la derecha sujetaba la espada y tenía la izquierda extendida para poder dar la ‘pescoçada’. El hecho de que se añadiese una barba, o parte de la misma, no implica que estemos necesariamente ante una Virgen transformada, porque era una práctica frecuente armar la pasta de aparejo y aplicarla en los remates o en algunas partes de las imágenes medievales, durante el proceso de ejecución. Así se aprecia en los remates del cabello, los dedos o algunos pliegues de crucificados burgaleses medievales. La forma de la barba y del bigote es similar al de varias figuras de las ménsulas de la capilla de Santa Catalina de la catedral burgalesa.El bigote se asemeja al de algunos crucificados burgaleses del segundo cuarto del siglo XIV. Si fueran añadidos posteriores, estaríamos ante una intervención arqueológica muy precisa. Creo que, aunque la escultura fuese una Virgen transformada, los añadidos se pudieron aplicar durante su ejecución y no cuestionarían la funcionalidad que se le asigna», concluye.