Y a no le da al balón ni abre los aburridos libros de Administración y Dirección de Empresas (ADE). Con ninguna de ambas actividades este joven, natural de Lodoso y a punto de cumplir los 23 años, se sentía ya feliz. Otros hubieran seguido con los estudios casi por inercia, pero él, mostrando una seguridad casi impropia de su edad, dijo basta. Dejo el fútbol tras pasar por el Burgos Club de Fútbol, el Numancia, que le fichó a los 15, y acabar dos años después en la Cultural y Deportiva Leonesa; estando en León comenzó la carrera, que cursó dos años, pero al ver que no respondía a sus expectativas la abandonó, planteó en su casa que lo que quería no era aprender para trabajar para otros, sino ir creciendo con su propio proyecto «desde cero». Tuvo la suerte que su familia le apoyara y le ayudará a decidir por dónde emprender.
Fue su hermano Pelayo, reconoce, quien comentó un día que ahora estaba muy en auge la cría de gallinas camperas. Dicho y hecho, a partir de ahí también entró su padre en escena buscando y rebuscando hasta dar con una granja de pollos de engorde abandonada desde hacía unos años en Royuela de Río Franco.
(El reportaje completo, en la edición de papel de hoy de Diario de Burgos)