Las grandes infraestructuras necesitan para su construcción de grandes medios, entre ellos humanos. La denominada presa de Castrovido, construida a los pies de Terrazas, barrio de Salas de los Infantes, es solo un ejemplo más. Durante 17 años, con varias interrupciones por cambios en el proyecto o por el accidente que causó la muerte de cuatro empleados, decenas de personas han trabajado en esta instalación que regula las aguas del río Arlanza. Empleados de oficina o a pie de obra que vivían o hacían vida en Salas y cuya estancia supuso una inyección económica en toda la zona en la época que coincidió con la crisis que arrancó en 2008. De hecho, durante unos años, entre el 2004 y el 2007, había en ejecución tres importantes proyectos, -Castrovido, la variante de la N-234 y la construcción de la empresa hoy conocida como Kronospan-. Tres años en los que Salas fue un auténtico hervidero de personas.
Un año después de la conclusión de esta presa, allí y en otros pueblos del entorno, miran con nostalgia esos días donde no había pisos o casas libres para alquilar, donde en los bares había más movimiento y 'rondas' por las tardes, donde se vendían más periódicos, revistas o material de oficina, donde había más clientes en las peluquerías, se daban más menús del día o uno se tropezaba con más carros por los pasillos de los supermercados.
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