Una segunda vida para las casas viejas de los pueblos

L.N. / Aranda de Duero
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La arandina Silvia Cortés, con raíces en Caleruega, pone en marcha un estudio de arquitectura donde fomenta la «sostenibilidad absoluta» y prioriza la rehabilitación del patrimonio en lugar de construir desde cero

Silvia Cortés trabajó en un estudio italiano especializado en dar una segunda vida a edificios y palacetes antiguos. - Foto: DB

Desde hace tiempo, varios amigos le habían pedido a Silvia Cortés que les diseñara sus proyectos de vivienda. Pero ella se resistía. Hasta ahora, su trabajo como arquitecta se centraba en la empresa de aislamientos que gestiona junto a su padre en Aranda de Duero y, de hecho, a ello le sigue dedicando buena parte de su energía. Todo cambió a principios de este año. Decidió que, además de la firma familiar, había llegado el momento de poner en marcha su propio estudio de arquitectura. Eso sí, «no para hacer de todo, sino lo que realmente me gusta», que es transformar las casas antiguas de los pueblos de la Ribera del Duero en hogares modernos y funcionales, y que se adapten a las necesidades actuales de sus propietarios. 

Así nació Quercus Ilex Arquitectura. El nombre no resulta para nada casual. Cortés, de 37 años, explica que es el término científico de la encina, «un árbol típico de aquí, muy noble, robusto y enraizado a la tierra». Justo lo que ella pretende con su estudio: «Volver a las raíces y fomentar el patrimonio que tenemos en nuestra comarca, en lugar de construir de cero». Lo dice con conocimiento de causa. Según cuenta, su calle de toda la vida en Caleruega se estaba quedando vacía porque los hijos de los vecinos han optado por construir sus viviendas en las afueras del pueblo. «Y las casas de los abuelos se deshabitan, sales a la calle y no hay nadie. Eso hace que perdamos el sentido de comunidad, que es lo bonito que tiene un pueblo», subraya. 

Ella, además, lo acompaña de una «sostenibilidad absoluta» desde un triple ámbito. Primero, ambiental «porque usamos los recursos que ya tenemos en lugar de construir obra nueva». En esta línea, remarca que «la gente que construía antes era muy sabia y lo hacía muy bien». Segundo, sostenibilidad económica, «porque cuantos menos medios utilizas más económico te sale a nivel particular y, además, generas empleo local». Y es que, según apunta, todos los trabajos que acometerán con las rehabilitaciones de casas correrán a cargo de albañiles de la zona. Y, en tercer lugar, sostenibilidad social. «Porque tratamos de frenar el individualismo en pro de la comunidad y que los vecinos se conozcan entre ellos», añade. 

El nacimiento de Quercus Ilex Arquitectura también está motivado por la experiencia profesional que Silvia Cortés cosechó en la localidad italiana de Cremona en 2013. Tras cursar la carrera en Valladolid, hizo las maletas para trabajar en un estudio que, de hecho, se centraba en dar una segunda vida a edificios y palacetes antiguos. «Era espectacular», recuerda, al tiempo que admite que eso se quedó en su mente. A su vuelta a España, porque quería estar cerca de su familia y de su tierra, cursó un máster en arquitectura y diseño de interiores en Madrid y unos años más tarde, en 2020, justo antes de la pandemia, se instaló definitivamente en Aranda. 

Ahora da un paso más. Como buena conocedora del terruño, Cortés se muestra decidida a adaptar el patrimonio a las condiciones actuales. Será por casas al borde de la ruina en la mayoría de los pueblos... En unos casos, por herencias sin resolver. En otros, por la escasa disposición de sus dueños a venderlas o alquilarlas. Pues bien, en estos meses, con su oficina ubicada en el Edificio Tomás Pascual, ha trabajado en proyectos de lo más diverso: desde casas que se han quedado obsoletas porque no ha vivido nadie en años; otras en las que la coyuntura familiar ha cambiado de forma que ahora tienen muchos nietos y no caben, por lo que necesitan una reforma; también jubilados que valoran volver al pueblo porque cuentan con una segunda residencia en la Ribera y que necesitan poner a punto; o jóvenes que al tener hijos quieren que los más pequeños disfruten del pueblo. A ello se suma el uso comercial. Según detalla, ha recibido encargos para convertir viviendas antiguas en talleres florales, espacios micológicos u hoteles rurales. 

Tres fases. Su servicio, que ha llamado Tu refugio rural, consta de tres fases. En la primera, denominada Arranca, valora el estado de la vivienda, las necesidades que tiene y prepara un kit de renovación, para que el cliente vea cómo quedaría tras la reforma. Luego, en la etapa Proyecta, se incluye toda la documentación técnica, es decir, lo relacionado con el Colegio de Arquitectos. Y finalmente, en Construye, se encarga de la dirección y supervisión de la obra «con un estricto control presupuestario» para evitar sorpresas desagradables. 

Si todo marcha según los plazos que se ha marcado, la casa estaría lista en un año. En líneas generales, los cambios que aborda tienen que ver con la redistribución interna, la mejora de la eficiencia energética (que se basa en el cambio de las carpinterías exteriores y de la calefacción), así como el arreglo de humedades y del tejado. «Son reformas integrales, me parece importante tener una idea global desde el inicio de lo que tú vas a querer en tu casa, independientemente de que luego se haga la rehabilitación de una sola vez o por etapas», subraya. 

Ahora se encuentra inmersa en la reforma de una vivienda en Baños de Valdearados y asegura estar «muy contenta» con la acogida de su proyecto. «Ha sido un año muy intenso y ahora estoy empezando a ser consciente de que esto puede funcionar y puede ayudar a mucha gente, también a nuestro entorno». A su juicio, disponer de un hogar moderno y adaptado a las necesidades actuales tiene una consecuencia directa: «Que la gente vaya a los pueblos no sólo en verano y que las casas se llenen, ya sea los fines de semana o todo el año».