La jefa del servicio de Medicina Interna del HUBU en funciones, Carolina Navarro, no niega que sería ideal que toda la población pudiera acceder a la profilaxis preexposición al virus de la inmunodeficiencia humana (VIH), conocida como PrEP, «porque nadie se contagiaría». Se trata de una medicación que previene la infección que puede provocar el sida, pero Navarro sabe bien que ofrecérsela a todo el mundo no es una medida costoeficiente, es decir, que no sería rentable, como sí lo es su indicación a los grupos que por determinadas circunstancias son más vulnerables a poder recibir la transmisión del virus. En la actualidad en Burgos algo más de 80 pacientes están tomando a diario por vía oral esta pastilla pautada por los internistas, profesionales cuya función no es únicamente hacer las recetas sino que incorporan a estas personas a un programa en el que son vistas cada tres o cuatro meses.
«De la misma manera que nuestros pacientes tienen más factores de riesgo de recibir una transmisión del VIH también son más vulnerables a otras infecciones de transmisión sexual como la sífilis, la clamidia o la gonorrea y como estamos en un momento de crecimiento exponencial de estas ITS, con unas cifras enormes, el programa incluye cribados de pacientes asintomáticos. Así, cada tres meses hacemos una analítica de VIH y hepatitis C -de manera que si hay algo podamos abordarlo cuanto antes- y se indican las vacunas contra la A y la B, y tomamos muestras para determinaciones de gonorrea y clamidia, que son las ITS que más vemos», explica la experta, que insiste en aclarar que estas personas están sanas y que, precisamente, el objetivo es que lo sigan estando. Además, añade, son ellas quienes, de forma voluntaria y por los riesgos que asumen, solicitan el tratamiento.
¿Quiénes pueden recibir este medicamento que ahuyenta el fantasma del VIH, que aún tanto estigma supone en la sociedad? El consenso publicado por el Ministerio de Sanidad incluye a varios grupos: hombres que tienen sexo con hombres, personas transexuales, mujeres y hombres heterosexuales usuarios de drogas inyectadas con prácticas no seguras y mujeres prostituidas que refieran no usar preservativos. Los tres primeros deben presentar al menos dos de los siguientes criterios: Que en el último año hayan tenido más de 10 parejas sexuales diferentes, hayan practicado sexo anal sin protección, usado drogas en el mantenimiento de relaciones sexuales sin protección, hayan recibido la profilaxis post-exposición en varias ocasiones (medicación que se da para evitar la infección después de una práctica de riesgo) o que hayan tenido al menos una ITS bacteriana.
Medicina Interna somete a este grupo a cribados y controles trimestrales
Navarro manifiesta que las situaciones de los pacientes pueden variar y que, de hecho, se pueden suspender los tratamientos cuando las circunstancias cambian y los riesgos disminuyen. «Es cierto que esto ha creado alguna vez controversia porque se puede entender que sería mucho más fácil usar preservativo, pero el problema es que por muchas campañas que se hacen cuesta que el mensaje cale. La PrEP se ha evaluado en muchos países y se ha visto que el cambio de conducta es mucho más complicado que implementar este tipo de medidas que tienen que ver con cuestiones sociales y culturales y que reduce el riesgo en más de un 96%, es decir, que se trata de una intervención muy efectiva».
Cuando comenzó a implementarse el programa en el HUBU, los internistas hicieron varias sesiones de formación en los centros de salud con los profesionales de Medicina de Familia, que son en gran medida los que derivan a los pacientes que están interesados o solicitan la PrEP. También llegan algunos a través del Comité Ciudadano Anti-Sida, que lleva años haciendo actividades de divulgación y prevención del VIH.
A la cabeza. «Burgos es, con diferencia, la provincia de Castilla y León que más pacientes tiene con la PrEP; ha costado mucho arrancar con esta consulta en otros hospitales porque es complicado teniendo en cuenta de que se trata de personas que no están enfermas y, obviamente, se prioriza a las que sí lo están. La adherencia de nuestros pacientes al tratamiento es buena, cumplen, vienen a las citas que les programamos y si les surgen cualquier problema nos llaman, es una consulta muy flexible», añade la experta, que indica que este tipo de medidas son beneficiosas, además, para el conjunto de la población por cuanto frenan la expansión de la infección por VIH.
El perfil del paciente es mayoritariamente un varón joven que tiene sexo con otros hombres, «aunque tenemos a personas de todas las edades y también mujeres», afirma la jefa del servicio en funciones, que destaca que la inmensa mayoría llega «muy bien informada sobre lo que es este tratamiento».