Pese a que se van a cumplir 20 años del triple crimen de la calle Jesús María Ordoño y pese a que el procedimiento judicial prescribe mañana salvo para dos personas -Rodrigo Barrio y Ángel Ruiz- las acusaciones particulares se mantendrán personadas en el caso, si bien es cierto que todas coinciden en subrayar las escasas esperanzas que abrigan sobre su resolución. La teoría policial establece que las primeras horas y primeros días resultan cruciales para encontrar al autor de cualquier delito, de manera que transcurridas dos décadas desde que ocurrió las posibilidades de hallar al asesino son remotas.
Rodrigo Barrio, hijo mayor del matrimonio asesinado, se personó en la causa cuando la Policía Nacional puso el foco en Ángel Ruiz y el juzgado de Instrucción 2 decidió reabrir el caso. Era el año 2014 y habían transcurrido 4 desde que la Audiencia hubo archivado el procedimiento contra él, después de que la jueza de Menores de Burgos, Blanca Subiñas, dictara un auto en el que echaba por tierra todos los argumentos de la investigación policial que se alzó contra él. Su abogado, el gallego Xesús Santaló, es realista y estima que 20 años después «es muy difícil que se encuentre cualquier prueba que conduzca al asesino».
Por supuesto, continuará personado en la causa pero no confía en que el caso se cierre condenando al culpable. «Las posibilidades son mínimas», admite. En su opinión, la Policía «gastó demasiados esfuerzos» cuando centró la investigación sobre su cliente, con el que «no se fue justo». «Era una víctima que de buenas a primeras se convirtió en sospechoso sin que hubiera nada, absolutamente nada, contra él, solo conjeturas», lamenta. Y es verdad, los fiscales de menores y la propia jueza echaron abajo el caso a las primeras de cambio.
Hace diez años, el comisario de la UDEV que dirigió aquella investigación declaró a este periódico que Rodrigo Barrio le pareció desde un principio «una víctima». Es dos años y medio después de los asesinatos, elaborado ya de «forma minuciosa un perfil del autor», cuando la Policía «piensa en él». De todos modos, sí que le pincharon el móvil a los pocos días de los hechos, pero las conversaciones que mantenía «eran banales». De hecho, vigilaban su teléfono más por si recibía llamadas del asesino que por su implicación en los hechos.
Xesús Santaló respeta, como no podría ser de otra forma, la decisión que tomó el juzgado de instrucción 2, el pasado año, de archivar provisionalmente la causa contra Ángel Ruiz, el vecino de La Parte de Bureba que permanece en prisión por el asesinato de su vecina Rosalía Martínez, a la que atropelló con un coche en el verano de 2011. Sin embargo, el letrado considera que la Policía y la Justicia «pusieron el punto de mira sobre él muy tarde», en concreto 10 años después de que ocurrieran los hechos. «Al principio se le miró, sí, porque hizo las pintadas en el panteón de Salvador Barrio, pero no se pidieron los medios de prueba suficientes para investigarle firmemente», afirma.
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