Los vecinos de Rublacedo de Abajo dejaron de quedar para tomar una consumición en el bar a raíz de la pandemia. El mal estado de la edificación impidió que abriera de nuevo y desde entonces la localidad carece de un espacio en el que reunirse. La demanda de la puesta en marcha de un nuevo servicio por parte de los habitantes, turistas y conductores ha provocado que la junta vecinal se plantee la idea de rehabilitar la antigua casa de la maestra para tal fin.
La vivienda elegida forma parte del edificio municipal y lleva en desuso varios años, desde que la última familia que allí habitó cambió de residencia. Requiere de alguna mejora, como la sustitución de las ventanas, las puertas o la instalación de un sistema de calefacción, pero su «estado es bastante aceptable» según admite la alcaldesa, Paula Soria.
Con un proyecto aún por redactar, la localidad dispone de una ayuda económica de la Diputación de 27.145 que emplearán íntegramente el próximo año en la mejora de la casa. Esta cuenta con dos plantas (baño, cocina y salón en la baja, y tres dormitorios en la superior). El tejado, aparentemente, no debería someterse a ninguna reparación; no obstante, «los arquitectos que preparan el proyecto tendrán la última palabra», aclara la impulsora del plan.
El local se ubica en el margen de la carretera BU-V-5021 (la que une Burgos con Poza de la Sal), y según Soria y un grupo de vecinos, se trata de una vía «muy transitada por camiones, turismos y ciclistas que en múltiples ocasiones estacionan en el pueblo con intención de tomar algo y descansar». Desde la capital de provincia hasta la villa salinera tan solo hay bares a pie de carretera en Riocerezo, por lo que la regidora considera que el servicio «beneficiaría a muchas personas» que a diario circulan por dicha vía.
Antaño, las profesoras Gloria y Antonia, entre otras que impartieron clase en el inmueble colindante -actual Ayuntamiento- residieron en la vivienda, y los habitantes de mayor edad recuerdan sus privilegios. «Durante bastante tiempo esta fue la única casa del pueblo que tenía baño», declara Benigna con ilusión porque el espacio vuelva a cobrar vida.
Los vecinos tienen la calle pero echan en falta juntarse a jugar a las cartas, ver la televisión o celebrar un evento en un lugar acondicionado para ello. «Utilizamos el horno y a veces organizamos comidas o cenas, pero no hay baño», se lamenta Carmen. La «prioridad municipal es llevar a cabo la idea y licitar las obras» en cuanto dispongan del proyecto para que los vecinos, veraneantes y los usuarios de las dos casas rurales -El autillo y El colirrojo- compartan su tiempo libre bajo el mismo techo.