Memoria del palacio flotante

R. PÉREZ BARREDO / Burgos
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Hace ahora cuarenta años que la Casa del Cordón quedó como suspendida en el aire merced a una pionera y audaz actuación arquitectónica impulsada por la entonces Caja Municipal de Burgos

Impresionante imagen de cómo se sostuvo la Casa del Cordón. - Foto: Fede y libro 'Historia de la casa del Cordón'

Era un bellísimo edificio que atesoraba tanta historia que no podía seguir languideciendo en el corazón de la ciudad, siendo una víctima más de la dictadura del tiempo y del olvido. Cuando se decidió su necesaria rehabilitación se armó la marimorena, como suele suceder casi siempre que en esta ciudad se insinúa algún atisbo de audacia y modernidad. Pero la entonces Caja de Ahorros Municipal de Burgos fue valiente, y aunque tuvo que luchar contra molinos y gigantes, se salió con la suya, logrando así el anhelo de convertir el inmueble en su sede central. Hoy, cuatro décadas después, la Casa del Cordón o Palacio de los Condestables, construcción erigida en el siglo XV, es un orgullo para todos los burgaleses, el hito arquitectónico que nunca dejó de ser en buena parte gracias a aquella osada y formidable actuación que dejó imágenes que permanecen indelebles en la memoria del suelo bendito.

Porque la actuación, diseñada y dirigida por Fernando Moreno Barberá, uno de los arquitectos españoles más importantes de la segunda mitad del siglo XX, fue tan compleja como fascinante, como así acreditan las fotografías que ilustran este reportaje, que ofrecen la insólita estampa de un palacio flotante, suspendido en el aire como en un sortilegio. El que fuera durante muchos años director de la Obra Social de la entidad de ahorro, el gran Ángel Ramos, que dejó un fabuloso legado, siempre recuerda las dificultades que hubo que sortear para poder realizar el ambicioso proyecto de restauración, que no fueron exclusivamente técnicas. Sin embargo, la vanguardista reforma resultó tan eficaz que posteriormente se replicó en otros lugares con otros edificios. Se arriesgó, porque había otras alternativas. Pero se acertó de pleno: aquella rehabilitación constituyó un hito que fusionó modélicamente historia y modernidad que, además, sirvió para impulsar a la entidad burgalesa.

Aunque se incluía la conservación y restauración de los elementos históricos del edificio, la actuación no se guio por criterios historicistas, toda vez que incluía la creación de nuevas superficies funcionales y culturales para el futuro destino del inmueble. Se decidió mantener el impresionante patio, los claustros y las arquerías, la conservación de las fachadas principal y oeste que se fusionarían con elementos técnicos de la arquitectura más vanguardista; el total vaciado interior supuso la desaparición de los patios ajardinados, la capilla y la monumental escalera. 

El histórico edificio presentaba este aspecto hace cuatro décadas. / fotos: fede y del libro ‘Historia de la casa del cordón de Burgos’El histórico edificio presentaba este aspecto hace cuatro décadas. / fotos: fede y del libro ‘Historia de la casa del cordón de Burgos’ - Foto: Fede y libro 'Historia de la casa del Cordón'

El valiente proyecto de reforma tuvo que superar todo tipo de escollos


Una vez superados todos los trámites (las obras, iniciadas en 1983, estuvieron detenidas durante un tiempo), el proyecto de Moreno Barberá, que contó con los mejores ingenieros de obra civil del momento, empezó a cobrar cuerpo a medida que se fueron solventando escollos como las subterráneas corrientes fluviales, que ofrecieron resistencia para la construcción de los sótanos, cuestión que se resolvió con la realización de una gran cubeta impermeable. Se recurrió a un complejo sistema de congelación del terreno con anillos circulares, lo que facilitó la ejecución del muro pantalla debajo de los lugares edificados. Esta maniobra resultó de todo punto exitosa, amén de precursora: alcanzó tal reconocimiento fuera de Burgos que se emplearía en adelante en rehabilitaciones urbanas que se topaban con los mismos impedimentos.

Tras la consolidación del patio, los claustros, los muros y las arquerías se ejecutó la dificultosa excavación, que llegó a los once metros de profundidad. Todo el edificio estuvo sostenido por un complejo mecano asentado en micropilotes; fue cuando la obra alcanzó una espectacularidad que aún es recordada: era inevitable que llamara la atención, porque realmente pareció que el edificio se hallaba suspendido en el aire, como si fuera un palacio encantado, de cuento. Tras la cimentación y la colocación de los pilares que serían definitivos, los micropilotes se cortaron y el inmueble volvió a estar sobre el suelo. Fue, sin duda, la actuación más complicada. Tras ella, le siguió la cobertura del patio con una estructura artesonada de madera de 1.000 metros cuadrados y rematada por pináculos que permitían que la luz se filtrara matizada, llenando la estancia central del palacio de una luminosidad que resaltaba cada detalle del claustro. El histórico edificio quedó perfectamente restaurado en 1987.

Un lugar emblemático. La Casa del Cordón se construyó entre los años 1476 y 1482 por orden de Pedro Fernández de Velasco, Condestable de Castilla. Juan de Colonia y su hijo Simón fueron los encargados de levantar el palacio. Fue, durante siglos, morada de monarcas y lugar de reunión de las Cortes de la Corona. A lo largo de su historia ha acogido momentos significativos, como la boda, en 1497, del príncipe don Juan, único vástago varón de los Reyes Católicos, con la princesa Margarita, hija del emperador germano Maximiliano I. El fallecimiento de don Juan convertiría a su hermana Juana en la heredera al trono, y por mor de esa circunstancia la Casa del Cordón sería escenario de otro acontecimiento de enorme magnitud: la muerte, en 1506, del esposo de Juana, Felipe el Hermoso, en circunstancias tan extrañas que todavía hoy son objeto de todo tipo de tesis y teorías.

Tras aquel suceso, apartada del trono la reina Juana por considerarla enajenada, Fernando El Católico retomó las riendas del reino y estableció la Corte en Burgos, siendo la Casa del Cordón el edificio que eligió para alojarse y donde recibió al Papa Julio II y se consumó la incorporación del Reino de Navarra a la Corona de Castilla (1515).

Resultó tan exitoso que se replicaría en adelante en otros muchos inmuebles


Otro capítulo singular en la vida de este palacio fue la recepción que los Reyes Católicos le hicieron a Cristóbal Colón en 1497 al regreso del segundo viaje del almirante. Tuvo asimismo la Casa del Cordón como inquilino al todopoderoso emperador Carlos V, que se alojó en sus dependencias hasta en tres ocasiones. También lo hizo su hijo, Felipe II, a su regreso de Flandes y recién casado con Isabel de Valois. Ya en el siglo XVII fue escenario del recibimiento al rey Felipe III; también Felipe IV y Carlos II descansaron entre sus muros. EA comienzos del siglo XX, el arquitecto Vicente Lampérez fue el encargado de evitar que la ruina acabara con tan noble edificio. Y la fantástica reforma de mediados de los 80 decretó su resurrección definitiva. Y ahí está, ahí está. Viendo pasar el tiempo.