El cambiador de ancho de Burgos ha originado varios retrasos en trenes que pasan por la estación Rosa Manzano, pero ninguna incidencia fue tan grave como la ocurrida el 8 de octubre del año pasado, cuando 300 pasajeros de un Alvia se quedaron tirados más de 4 horas hasta que pudieron reemprender su viaje. Sin embargo, el Administrador de Infraestructuras Ferroviarias (Adif) «considera que las incidencias acaecidas en dicho cambiador han sido de muy baja repercusión al tráfico, por encontrarse dentro de los parámetros de fiabilidad y disponibilidad de este tipo de instalaciones ferroviarias». Por este motivo el Ministerio de Transportes «no considera necesario» establecer «un plan de inversión extraordinario en esa dependencia, más allá de las actuaciones programadas similares al resto de instalaciones de su misma tecnología». Esa es la respuesta que les da el departamento que dirige Óscar Puente a los senadores populares Javier Lacalle, Salvador de Foronda y Raquel González.

Asimismo, el Ministerio advierte de que Renfe «trabaja en todo momento para garantizar la fiabilidad y la calidad de los servicios que operan en el conjunto de España», si bien admite que «en ocasiones los trenes pueden verse afectados por incidencias puntuales», como la ocurrida aquel 8 de octubre.

Sobre aquel percance, el Gobierno informa que se produjo «por un problema puntual en el pantógrafo delantero del Alvia 0622 a su paso por Burgos, que afectó a la circulación y provocó retrasos también en servicios posteriores». Asegura que Renfe informó inmediatamente a los viajeros y les facilitó kits de contingencia, refrigerios y dispuso transportes alternativos.

Aquel tren procedente de Barcelona se quedó atascado a las 15.40 horas y fue pasada la hora de espera cuando se desalojó al pasaje. Bajaron todos con las maletas a la plataforma y sin posibilidad de moverse o acercarse a la estación de Burgos, que vislumbraban a lo lejos. Los afectados criticaron la falta de información, pero alabaron la amabilidad de los trabajadores.