La vendimia en la Denominación de Origen Arlanza ha ido peor de lo esperado. Del millón de kilogramos que suele ser habitual recoger se ha pasado este otoño a la mitad, una drástica caída que, sin embargo, no han mermado en la misma medida las esperanzas y las ilusiones de los bodegueros de la comarca. ¿La razón? La calidad del fruto recogido, que tal y como indican, apunta que será «muy buena».
A pesar de las heladas del pasado invierno, del pedrisco de la primavera y de las lluvias del verano, la altitud a la que se encuentran las viñas de esta Denominación -a más de 800 metros sobre el nivel del mar- permite que las uvas se mantengan duras y soporten algo mejor las inclemencias meteorológicas. «Va a ser una gran cosecha a pesar de la disminución», apunta Ramiro García, presidente de la DO Arlanza.
La maduración ha sido «notable» y el equilibro de los elementos está «en su punto», explica. Fía a la próxima primavera y a la consecuente calificación de la añada una sentencia final, aunque reconoce que las expectativas creadas desde que arrancó la vendimia se van confirmando con el paso de las semanas. «Las fermentaciones están yendo muy bien», confirma el líder del Consejo Regulador de la Denominación de Origen.
Con respecto a la uva blanca, sin duda la predilecta entre los consumidores en los últimos tiempos, su cantidad es claramente deficiente. «Otros años solemos hacer unas 1.000 botellas y este llegaremos muy justos a rozar las 600», explica García, que además de capitanear la entidad que agrupa a las bodegas de la comarca del Arlanza dirige las de Palacio de Lerma. A los efectos meteorológicos que han repercutido en una menor cosecha -hielo, granizo o tormentas- se ha sumado un ferviente interés del público en general por este tipo de vinos frente a la inclinación tradicional y clásica por el verdejo o el tinto. «Ahora parece que está en caída frente a otras variedades como la godello o el albariño que están cogiendo mucha fama», indica.
Preocupación. La albillo mayor, predominante en Arlanza, estuvo muchos años prácticamente 'olvidada' por parte de los viticultores frente al verdejo. En algunos casos, confiesa el presidente de la DO, se llegaron a arrancar las viñas para sustituirlas por otras clases con más mercado. Sin embargo, cuestiones de consumo mediante, ahora ha vuelto a «lo alto», lo que choca con la falta de cepas. «Ahora sobra tinto», reconoce.
Prueba de ese furor que se ha despertado, y que hace años era completamente inesperado, es el agotamiento de las cepas de albillo mayor que sufren los viveros que proveen de cepas a las bodegas. «Va a ser un proceso un poco lento volver a tener tanta uva blanca como en el pasado», concluye Ramiro García.