Hasta las medidas planteadas para mejorar y que son acordadas por el Ministerio y los trabajadores penitenciarios traen consigo cierta polémica. La última es a cuenta de los nuevos uniformes, que a la cárcel de Burgos llegaron ya hace algunas semanas y que han supuesto un cambio sustancial en la vida diaria del centro: como la indumentaria es de color azul marino se ha prohibido a los internos llevar ropa oscura para no generar confusiones. Un veto impuesto desde Interior y que no convence ni a los funcionarios ni mucho menos a los presos, que son los más afectados. 

La idea es que este nuevo uniforme refleje la importancia de la labor del personal de las penitenciarías, más allá de que se anunciase como un elemento que aumenta su funcionalidad y mejora la imagen estética de los trabajadores. Sin embargo, a medida que fue llegando a los diferentes centros españoles, Instituciones Penitenciarias entendió que el color de la indumentaria podría generar numerosas confusiones con los presos. Fue entonces cuando se remitió una orden para prohibir las prendas oscuras entre los internos. 

A Burgos llegaron a la vez los nuevos uniformes -algunos, pues todavía hay funcionarios a los que no lo han estrenado-, y la prohibición hacia los reos. Los propios trabajadores del centro de la capital entendieron al minuto la dificultad de aplicar esta restricción. Fuentes de la penitenciaría explican que «es muy difícil vetar una cazadora negra». Por otro lado, añaden, «desde el punto de vista legal no sabemos hasta qué punto se puede impedir a los internos que vistan de una manera u otra. Es posible que lo puedan llevar al Defensor del Pueblo y les den la razón. Estamos en un proceso de cambio y hay que pulir todos estos detalles». 

Estas cuestiones, indican las mismas fuentes, ya han sido trasladadas al Ministerio del Interior, así como la posibilidad de incorporar en los nuevos uniformes algún tipo de distintivo que les permita evitar dichas confusiones sin necesidad de prohibir a los internos determinadas indumentarias.