Parece el nombre de una discoteca o de un pub de barrio de los años 70 y es, según el teólogo y experto en sectas Luis Santamaría del Río, algo difícil de definir y delimitar, a pesar de que él lo intenta: «Podríamos decir que la New Age (Nueva Era en inglés) es una mentalidad o una cultura de tipo mágico y esotérico, una suerte de espiritualidad alternativa que ofrece soluciones sencillas a problemas muy complejos. Se incluyen en ella conceptos y prácticas como la gnosis, las constelaciones familiares, el reiki, la terapia gestalt, los cursos de milagros y todas aquellas pseudoterapias que, por ejemplo, aseguran que el origen de las enfermedades es emocional». Santamaría del Río, que es una de las voces más críticas con los personajes surgidos alrededor de las monjas cismáticas de Belorado, dio este lunes una conferencia en la parroquia de San Cosme y San Damián que tituló New Age: entre el esoterismo y las pseudoterapias, en la que alertó sobre los riesgos que esconden prácticas en apariencia inocuas.
«Recuerdo en una ocasión que aparecieron en un barrio de mi ciudad, Zamora, carteles en los que se podía leer 'conferencia sobre el cáncer y la salud mental', algo que puede llamar la atención de cualquier persona preocupada por su salud, pero lo que realmente escondía era un movimiento de tipo sectario de los que consiguen que no pocas personas se vayan alejando de su entorno familiar y social o que caigan en una estafa de tipo económico», relata. El denominador común que tienen estas prácticas es que se presentan con un «escaparate atractivo» que habla de luz, liberación, compasión... «pero tienen un anverso muy oscuro de esclavitud y crueldad con respecto a quienes no conciben las cosas como los gurús que las explican en libros de autoayuda o en actividades como la meditación, el autoconocimiento, el yoga o el mindfulness».
Santamaría, investigador de la Red Iberoamericana de Estudio de las Sectas, asegura que en Burgos y su provincia -«la España vaciada está siendo un espacio cada vez más requerido por este tipo de colectivos porque saben que en los pueblos la gente es bienvenida»- no son pocos los movimientos que ofreciendo una perspectiva holística -un concepto que, según el experto debe hacer saltar las alarmas en este contexto- pueden terminar siendo nocivos para las personas, «sobre todo las más vulnerables desde el punto de vista físico y emocional». La cosa suele empezar con una charla como la que en una tarde de noviembre de 2022 tuvo lugar en un local de los alrededores de la avenida del Cid que se publicitaba como un curso «de meditación y autoconocimiento» promovido por el Instituto Gnóstico de Antropología de Burgos, que practica «la psicología del trabajo interior y el despertar de la conciencia», y que resultó ser un batiburrillo de conceptos con aspecto espiritual, pero sin ningún sentido y una enmienda a la totalidad de las soluciones que ofrece la ciencia a las personas enfermas.
Este colectivo, pomposamente llamado Instituto, es una de las sectas que Santamaría del Río ubica en esta ciudad junto con el Instituto Gnóstico de Antropología y Litelantes y la Asociación Cultural Alcíone, que también tiene su sede aquí y su objetivo fundamental, según su propia web, es «la difusión y propagación en todo el mundo y de forma gratuita de la Obra Hercólubus o Planeta Rojo escrito por el gran esoterista V.M. Rabolú», un personaje que lleva casi 30 años anunciando el fin del mundo sin, de momento, mucho éxito.
A pesar de que todo tiene un aspecto bastante increíble -el material de estas asociaciones incluye, por ejemplo, vídeos de extraterrestres con voces de ultratumba, platillos voladores y consejos para el desdoblamiento astral- hay personas que en un momento de especial sensibilidad pueden 'engancharse' «hasta el punto de llegar a despreciar a los demás por sentirse parte de una élite que está despierta y sabe algo que los demás ignoran».
Y estos tiempos en los que vivimos, en los que el bulo se ha hecho dueño de parte de la conversación pública, añade el experto, «son el perfecto caldo de cultivo para los movimientos sectarios que tienen bastante permeabilidad con otras corrientes como las que aúnan a personas que creen que desde los aviones nos fumigan con sustancias venenosas o que las vacunas nos inoculan un chip. Los contornos entre estas dos realidades son bastante difusos».