Al abuelo Enrique se le engancha la emoción en la garganta y casi no puede hablar. Hace apenas unas horas que ha conocido de cerca a su nieto Álex, "tan simpático que da gloria verlo", y a pesar de la obligada mascarilla ha sido un momento muy especial y algo que jamás hubiera pensado que viviría. Porque lo normal es que las madres y los padres acompañen a sus hijas cuando van a parir y que estén cerca de ellas, en el hospital, en este trance tan íntimo y emotivo. También lo corriente, lo habitual, es que los abuelos conozcan a los nietos a las pocas horas de nacer. Pero en este país, desde el 14 de marzo, ya nada es normal ni corriente ni habitual. La hija de Enrique Aranzana, Leticia, dio a luz a Álex el domingo 15, cuando apenas habían pasado unas horas de la declaración del estado de alarma y en el HUBU estaban prohibidísimas las visitas, y tanto él como su mujer, Pili Corrales, tuvieron que conformarse con ver al bebé por foto al cabo de ocho días ya que, como explican, no se les da muy bien "eso del whastapp".
Por eso, Pili no veía el momento de conocer al pequeño y el mismo lunes, 25, cuando Burgos entró en la famosa fase 1 que permitía pequeñas reuniones de hasta diez personas, lo hizo. Y se encontró un ‘hombrecillo’ de dos meses y medio muy simpático y que no extrañó a sus abuelos. "Fue un momento muy emocionante y de mucha alegría después de esta situación tan rara y de la preocupación de como saldría todo cuando fue a dar a luz. Por suerte, las cosas fueron bien y estamos encantados con el niño porque se está criando muy bien y es muy simpático, enseguida se ríe cuando le dices algo". En cuestión de parecidos, Enrique lo tiene claro: Álex es clavadito a él: "Es muy guapo porque los padres lo son y yo de lo que tengo ganas es de que cumpla un año y hacerme una foto con él andando".
Esa misma sensación de estar viviendo un momento muy singular es la que tuvo Mario el martes cuando, por fin, pudo ver de cerca a su sobrina (y futura ahijada) Alba, a la que ha encontrado mucho más guapa de como se la apreciaba en las fotos y en las videoconferencias aunque también algo más pequeña: "Parecía más grande pero es preciosa", afirma, a la vez que reconoce los momentos de preocupación que vivieron en el momento en el que su hermana Andrea Asenjo llegó al hospital: "Fue una situación muy rara, no sabíamos qué estaba pasando, no nos daban noticias, además fue un parto largo y pasamos mucho tiempo sin saber si todo había ido bien".
Alba, en brazos de su tío y futuro padrino, Mario. - Foto: ValdivielsoPor suerte, así fue, y ahora está encantado y esperando que llegue el 22 de agosto, fecha para la que han previsto el bautizo de la niña, la primera de una nueva generación que llega a la familia, y en la que esperan que haya ya mucha más normalidad como para poder celebrar el festejo.
También Mabel ha sido la primera nieta para el psiquiatra Manuel Mateos y su mujer, Ana Fuentes, que han tenido que empezar a ejercer vía on line con mucha videoconferencia y no menos fotografías vía whastapp. Él cuenta que convertirse en abuelo provoca una sensación rara. "Te da por pensar… ¿pero tan viejo soy? Y luego te das cuenta de que no es para tanto", bromea, y recuerda que fue bastante frustrante para la familia no poder estar cerca de su hija Elvira cuando se produjo el momento del parto, el 17 de marzo, en pleno inicio de la pandemia, cuando el coronavirus más arreciaba y el HUBU blindó a las madres y a sus hijos para evitar cualquier problema.
Así que hubo que armarse de paciencia, tirar de teléfono y de ordenador y esperar a la fase 1 y al bendito lunes, 25, en que la pequeña pudo conocer a sus abuelos aunque a través de la mascarilla, lo que la tiene a la bebé un poco extrañada: "Nos mira como a algo raro pero se ríe mucho, es muy bonita", dice Ana, encantada con su nuevo papel de abuela y deseando que vaya avanzando el año para poder pasear a la niña a cara descubierta.