Las legendarias pucheras, esas ollas sagradas que mantenían arriba el ánimo y estómago de los trabajadores ferroviarios que llevaban el carbón desde las minas de La Robla (León) hasta las fábricas de Bilbao, regresaron ayer para salvar las frías calles de Villarcayo. Ochenta cazuelas abrigadas por armazones de metal formaron una larga fila frente al ayuntamiento de la localidad, aspirando a ganar la décima edición del concurso de cocido de alubias.
"Se hacen en la zona norte, donde más o menos ha pasado el tren: desde León, Palencia, sur de Cantabria, Burgos y Vizcaya", explicaba Miguel Ángel Vázquez, presidente de la Cofradía de la Putxera, que junto a Kolectivo Bakalao conformaba el jurado, que llevó a cabo catas olfativas y visuales para evaluar el punto de cocción antes de saborear los cocidos. Este certamen rinde un homenaje cada año a esos reconfortantes platos cocinados toda la mañana a fuego lento sobre el carbón. En esta ocasión, contaba con una competición general que repartió 2.280 euros entre las nueve mejores propuestas. Para animar a las cuadrillas de Villarcayo, incluyó otra tanda de trofeos locales, que alcanzaban los 470 euros para las cinco pucheras más sabrosas, así como lotes de productos de Saborea Las Merindades.
Como requisito para participar, la corporación municipal había impuesto ciertos sacramentos. "Tienen que ser alubias y llevar chorizo, morcilla y tocino de Villarcayo", advertía Estefanía López, concejala de Cultura, que estaba sorprendida por la acogida del evento pese a las malas previsiones meteorológicas. Aun así, los aspirantes, procedentes de la zona norte de la provincia y el País Vasco, no pudieron cocinar al aire libre en la Plaza mMayor y tuvieron que refugiarse en los soportales de la localidad, los txocos y los bares.