El horror de Valdenoceda ya solo es virtual

A.C. / Valdenoceda
-

La investigadora María del Pilar Bermúdez Martínez ha reconstruido digitalmente cómo fue el penal franquista por el que pasaron cerca de 6.000 hombres entre finales de 1938 y 1943

El penal contaba con dos edificios para los presos, el más grande y el de la chimenea, que ya no existe. A la izquierda de se ve el edificio donde dormían los soldados y estaba la zona administrativa. - Foto: Recreación de María del Pilar Bermúdez

María del Pilar Bermúdez Martínez es murciana. Poco tenía en común con el antiguo penal de Valdenoceda hasta que sus estudios de Comunicación Audiovisual la trajeron a la Universidad de Burgos. Su afición a la exploración urbana (URBEX), que lleva a adentrarse en lugares abandonados en busca de sensaciones, la empujó a principios de 2023 a conocer las entrañas de lo que queda de este espacio siniestro. Pensó que tenía que hacer algo «que sirviera para el futuro antes de que las instalaciones desaparecieran por completo» y así ha sido. De su trabajo fin del Máster de Comunicación y Desarrollo Multimedia de la UBU ha nacido la reconstrucción virtual de como fue el complejo carcelario, en el que varios edificios ya no existen y, si nadie lo remedia, pronto podría sucumbir lo que queda en pie.

El trabajo de esta joven investigadora, becado por el Ministerio de Educación y desarrollado dentro del grupo de investigación Comunicación Audiovisual y Patrimonio (CAYPAT) con el apoyo técnico del Centro de Innovación y Tecnología en Videojuegos y Comunicación Audiovisual (ÍTACA) de la UBU, persigue «preservar la historia y la arquitectura del penal». La Asociación de Familiares de Represaliados en Valdenoceda ha realizado una gran labor de rescate de lo ocurrido en la pedanía valdivielsana, pero Bermúdez ha incidido más en el espacio, en el lugar que fue el penal y su trabajo aún tiene recorrido en el mundo de las nuevas tecnologías, la divulgación y la docencia.

Basándose en multitud de planos, imágenes y documentos que ha rescatado de archivos físicos y digitales dio sus primeros pasos con herramientas similares a las que se utilizan en arqueología. Pero la información más auténtica estaba en los testimonios que dejaron tres presos, Ernesto Sempere, natural de Córdoba y que vivió entre 1920 y 2005;Fernando Macarro Castillo (Marcos Ana), nacido en Salamanca en 1920 y que falleció en 2016;y en especial, José Robledano (Madrid 1884-1974), el pintor y dibujante cuyas ilustraciones de la cárcel «han sido claves para ubicar determinados espacios». La investigadora también ha tirado de testimonios más contemporáneos, como el del exalcalde de Valdenoceda, Ángel Arce, quien conoció a un albañil que trabajó en la modificación posterior del complejo.

La búsqueda de Bermúdez desvela la existencia de dos edificios destinados a alojar a los presos y no solo uno, el que queda en pie, como siempre se ha pensado. Un doble muro de gran altura y envergadura aislaba a los presos del exterior. Ellos mismos trabajaron en levantarlos, así como en acondicionar el edificio principal y en levantar un anexo que servía de dormitorio a los soldados y que tampoco existe ya. También construyeron en otro extremo almacenes de suministros, lavaderos y cobertizos. A un lado del patio, entre el río Ebro y el cauce que alimentaba las turbinas de la central hidroeléctrica que procuraba energía al penal, se levantaba un almacén que se transformó en celdas de castigo.

Antes que penal, el complejo fue fabrica de harina y después se presume que pudo ser la primera fábrica de seda artificial de España hasta que en 1928 se trasladó al polígono de la Milanera de Burgos. Estaba diseñada para 300 presos, pero llegó a albergar hasta mil. Después de 1943 se convirtió en granja de aves, almacén agrario, central hidroeléctrica o casa de verano, pero las propiedades, salvo la central hidroeléctrica están hipotecadas y el BBVAlas sacó a subasta en 2022 para resarcirse de la deuda que acumulan. Nadie las ha adquirido y la empresa Valdenoceda Hidráulicas S.L., cuyo dueño ha desaparecido, consta como titular.

Videojuego. Ahora, aunque todo se venga abajo, el penal perdurará en la realidad virtual fruto del trabajo de investigación que Bermúdez quiere ampliar. Trató de reproducir los interiores en 3D o en un entorno inmersivo con una cámara 360, pero el acceso a la mayoría de ellos no fue posible por el mal estado del edificio. Esa idea queda para el futuro. Ahora la investigadora quiere a participar en congresos centrados en el mundo de la historia y los videojuegos o la historia y la digitalización. Además, tiene previsto solicitar una ayuda para tratar de crear un videojuego con la cárcel que siga la trama de la vida de José Robledano, otra forma de divulgación de la historia más cercana y atractiva para los jóvenes.

También trabajará para «crear una marca que englobe productos que difundan la memoria histórica de Las Merindades y del penal, además de la rica cultura española del momento en cuanto a fotografías, cine o literatura». A su juicio, «Valdenoceda podría ser un producto cultural igual que los que dan voz a lugares como el campo de concentración de Auschwitz». Mientras tanto, el material que ha creado servirá para que los estudiantes cuenten con una herramienta educativa interactiva que les permita aprender más sobre lo que ocurrió durante y después de la contienda civil, sobre el horror vivido entre esos muros y así «promover la educación sobre los derechos humanos» y el «fomento la paz».