Un día y medio ha durado la larga travesía del veterinario burgalés José Ignacio hasta la localidad polaca de Rzeszow, en la frontera con Ucrania, uno de los puntos donde más están llegando exiliados tras el conflicto con Rusia. Tras recorrer junto a sus primos casi 3.000 kilómetros, han entregado parte del material recogido en la parroquia de Fuentecillas a una empresa de autobuses que cada día cruza diez veces hasta Leópolis.
La travesía, ha señalado José Ignacio a este periódico, ha sido bastante tranquila. Eso sí, nada más llegar a la República Checa el frío y los copos de nieve se han convertido en compañeros de viaje más. Al llegar a la primera parada de este larguísimo trayecto, Rzesow, han esperado al autobús que cruza cada día la frontera. Una espera que ha durado más de la cuenta.
Finalmente, a las cinco de la tarde de este viernes han completado la entrega de los enseres que transportaron desde Burgos: medicamentos, pañales, sacos de dormir y algo de ropa. "Nos han aconsejado que seamos rápido porque las cosas por aquí se están poniendo peligrosas. Hay muchos refugiados que están muy nerviosos", comenta José Ignacio.
Para que este viaje tenga un final feliz, una travesía que este periódico ha venido contando desde el martes, el veterinario burgalés aún tiene que recoger en Cracovia a la familia de su mujer. Tres mujeres, una de ellas embarazada y otra anciana, así como tres menores, lograron llegar a esta ciudad polaca en uno de los muchos transportes que el país está facilitando a los refugiados ucranianos. "Se encuentran sanos y salvos, gracias a Dios", señala José Ignacio.
La ayuda que ha llevado este burgalés a Ucrania no es la única que partirá estos días. La comunidad en la provincia que venía recogiendo material en Fuentecillas ha conseguido un camión que en las próximas horas partirá a Rzeszow.