Al igual que a los jóvenes buscan un sitio para estar juntos, charlar de sus cosas o hacer un TikTok, los mayores también quieren el suyo. El cierre de los locales que las antiguas cajas de ahorros tenían por diferentes puntos de las ciudad ha descolocado sus hábitos de salir por la tarde a jugar a las cartas, leer el periódico o simplemente echar una parrafada. La situación se replica en todos los barrios pero, especialmente, en el entorno de San Pedro de la Fuente y Fuentecillas, el único que no cuenta con centro cívico.
El Ayuntamiento les ofrece actividades en los cívicos o las Aulas María Zambrano, pero ellos prefieren estar a su aire. El cierre de los locales que las antiguas cajas de ahorros tenían por diferentes puntos de las ciudad ha descolocado sus hábitos de salir por la tarde a jugar a las cartas, leer el periódico o simplemente echar una parrafada. La situación se replica en todos los barrios pero, especialmente, en San Pedro de la Fuente y Fuentecillas, el único que no cuenta con centro cívico.
Son los mayores de estos últimos barrios los que han decidido alzar la voz y llevar su reivindicación al Pleno del Ayuntamiento para tener más visibilidad, dado que a través de la asociación vecinal ya lo han planteado en reiteradas ocasiones a la Junta de Distrito Oeste. Dimas Carrera, de 83 años, fue el encargado de poner la voz, pero son muchos los mayores que están detrás y claman por un espacio. «Se nos supone que tenemos la vida hecha, pero disponemos de mucho tiempo de ocio y posibilidades para hacerlo. Es imposible organizarse si no hay una mínima infraestructura. En nuestro caso, además, no tenemos centro cívico».
San Pedro de la Fuente y Fuentecillas cuentan con un centro de acción social (Ceas) en el que han pedido que les dejen un espacio, pero la respuesta ha sido negativa. «Los mayores estamos dispuestos a organizarnos. Estamos perdiendo los amigos y contar con un lugar nos daría posibilidad de reunirnos y hacer grupos de diálogo», añade Dimas.
El colectivo considera muy positivas las actividades que ofertan los centros cívicos o los ceas, a algunas de las cuales se apuntan, pero prefieren estar a su aire. «En los centros cívicos hay espacios para que los niños jueguen o hagan cosas, pero no para que los mayores hagamos lo que nos gusta, bien sea jugar o cantar. Queremos que nos dejen organizarnos» añadió.
Blanca del Barrio, de 77 años, subraya la importancia de reunirse y pasar un rato con gente de su edad. «Queremos un espacio en el barrio en el que podamos ir por las tardes y jugar a las cartas o al parchís o simplemente para charlar», asegura, dado que no les gusta ir a los bares o a las peñas».
Rosalía Míguez, de 80 años, resume el sentir del colectivo de mayores: «Queremos pasar el rato en compañía de otras personas de nuestra edad». De la misma opinión, Úrsula González (68) subraya la importancia de que los mayores tengan una excusa para salir de casa. «No hay nada y da mucha pena», afirma, de ahí que el colectivo urja una solución.