Kareem Queeley llegó al San Pablo la temporada pasada procedente del Real Madrid. El exterior británico, de 19 años, ha estado jugando con el filial desde entonces y ha participado en entrenamientos con el primer equipo. Además, ya había debutado tanto en la ACB como en la Champions, aunque nunca había tenido tanto protagonismo en un partido como el pasado miércoles en Riga. Salió de titular y disputó casi 22 minutos, en los que anotó cuatro puntos, cogió tres rebotes y dio dos asistencias, pero sobre todo se empleó a fondo en defensa. «Joan (Peñarroya) me pidió solidez atrás y que no me volviera loco, que lo disfrutara», cuenta.
Cuando oyó su nombre en el quinteto inicial, el nerviosismo le recorrió el cuerpo por unos minutos, pero Queeley llevaba mucho tiempo preparándose para esta oportunidad. «Ya dije en su momento que iba a estar preparado para cuando me necesitara. Sabía que tenía que ayudar por las bajas de Salvó y Benite, salí a darlo todo y me sentí muy bien», explica. «Me dije a mí mismo: ‘da lo máximo en defensa y el resto ya saldrá’», añade.
A Queeley le queda todavía contrato por lo que resta de esta campaña y la siguiente, y asegura sentirse cómodo en el San Pablo, «un club en el que hay mucho nivel y le está permitiendo aprender mucho».
Del Caribe a Burgos. Kareem Queeley nació en la isla de San Cristóbal, el país más pequeño de América. Se trata de una isla caribeña de 54.000 habitantes cercana a Puerto Rico. Con 10 años, puso rumbo a Leicester (Inglaterra) porque su madre es inglesa y allí comenzó a practicar el baloncesto. Llevó a su equipo a las finales nacionales y Juanjo Bernabé, su actual representante, le fichó y pasó a formar parte de la cantera del Real Madrid.