Sábanas y toallas que no estaban adecuadamente planchadas y presentaban roturas, pijamas que carecían de botones o, batas demasiado grandes o demasiado pequeñas para el usuario fueron algunas de las quejas que un paciente del Hospital Universitario (HUBU) llevó hasta el Procurador del Común, acreditadas con numerosas fotografías.
La institución, que ostenta la protección y defensa de los derechos fundamentales de los ciudadanos, admitió la queja e inició la investigación oportuna que ha finalizado con una resolución en la que insta al centro sanitario burgalés, y por extensión a los del resto de la Comunidad, a «extremar la calidad y el estado del material textil que se ofrece a los pacientes hospitalizados, proporcionando el adecuado confort a los usuarios».
En este sentido, recuerda que cuando un paciente es ingresado, al margen de su estado de salud, hay que tener en cuenta que «se encuentra en un medio que no le es familiar y por ello la dotación de ropa (personal, lencería de cama y toallas) debe contribuir a proporcionarle un estado de confort que le ayude a sobrellevar la hospitalización». A ello se añade la necesidad del cumplimiento de las condiciones higiénicas necesarias para garantizar «la no transmisión de infecciones». «La ropa que recibe el paciente ocupa un lugar importante en la calidad asistencial, casi en pie de igualdad al de las relaciones humanas con el personal del centro hospitalario y la alimentación».
Desde el hospital transmitieron al Procurador que la higiene y reposición del material textil del HUBU está controlado por una empresa externa, que existe un control del mismo y que en los últimos cinco años no se había recibido queja alguna hasta la citada.