Castronuño es una localidad vallisoletana de 820 habitantes lindante con la provincia de Zamora. Desde 1979 ha tenido alcaldes de izquierda: Partido Comunista de España (PCE), Izquierda Unida (IU) y PSOE. En las últimas elecciones municipales, el PP sacó tres ediles, IU, otros tres y el PSOE, uno. El concejal socialista propició que el candidato popular, José Ignacio Vázquez, se hiciera con el bastón de mando y que fuera designado teniente de alcalde Sergio Ramos, también del PP. Y éste, con el apoyo del alcalde, ha protagonizado hace una semana un acto vergonzoso, de una intolerancia inexplicable y peligrosa. Resulta que el tal Ramos, con la ayuda de dos señoras de su misma cuerda, ha destrozado un mural realizado hace menos de año y medio en una pared municipal por el prestigioso pintor Manuel Sierra. A plena luz del día, el edil y sus damas de honor se personaron en el lugar con un cubo de pintura blanca, un rodillo y brochas. En poco tiempo, se cargaron una obra de arte con la que el anterior ayuntamiento de Castronuño quiso reconocer y homenajear a los muertos por el franquismo. Estremece ver las fotos del antes y el después del mural. Del colorido y el mensaje pacifista y esperanzador al blanco de churretones que, desgraciadamente, tiene muy poco de inmaculado. Nadie ha dado explicaciones de tamaña barbaridad, cometida, además, cuando el pueblo estaba en plenas fiestas de San Miguel. El alcalde se ha limitado a decir que fue una decisión «conjunta». IU y Sierra se plantean presentar denuncia por delitos contra las leyes de Memoria Histórica, del Patrimonio y de la Propiedad Intelectual. Ignoro qué recorrido van a tener, si es que llegan, estas denuncias, pero, al menos, pueden servir como una protesta contra la intolerancia ejercida por un supuesto servidor público, por un cargo municipal. Y para reclamar que no se rompa un clima de convivencia y respeto imprescindible para el devenir diario. Desde 1979 lo hubo. Ahora parece que empieza a romperse. Y lo ha pagado una obra de arte. Nada nuevo. A los intolerantes no les gusta la cultura. En cuanto pueden, arremeten contra ella.