Los vecinos de Silos que fueron desalojados el domingo recibieron ayer martes a mediodía la autorización formal para regresar a sus casas, igual que los de Santibáñez del Val. Paradójicamente, mientras ellos mataban las horas a la espera de la orden de poder volver, las calles de la localidad benedictina acogían a los turistas como si de una mañana de julio normal se tratase. De hecho, la noche del lunes los clientes de un hotel pernoctaron en Santo Domingo de Silos, mientras sus vecinos no podían hacerlo. «No entendemos el papel de la Guardia Civil, de por qué a los turistas les dejaban pasar y a los habitantes nos ponían pegas», comentaba un vecino que aseguraba no comprender la diferencia.
Mariví Peña, del Hotel Santo Domingo, confirma que a sus clientes les dejaron acceder a la localidad sin problema el lunes desde las 15 horas, «sin embargo, hubo a trabajadores del hotel que no les permitieron pasar esa misma tarde». Cuenta que los clientes les pillaron «in fraganti» en el establecimiento, porque tuvieron que desalojarlo el domingo con una gran ocupación por el puente con motivo del día de Santiago que había en Madrid y en el País Vasco. «Tuvimos que venir el lunes porque había gente que quería dormir», puntualizaba. Entre sus huéspedes se encuentran personas de paso, pero también algunos que estaban alojados cuando hubo que evacuar y otros que han regresado a por sus maletas tras salir corriendo el domingo. Para esta semana el hotel contaba con numerosas reservas que se han caído por la suspensión de la prueba BTT Colina Triste.
Entre esos turistas que caminaban ayer por un Silos donde aún perduraba el olor a quemado y algunas pavesas se dejaban ver cayendo al suelo, estaban Begoña y José, de Donosti. Montados sobre su moto pudieron percibir en su camino hacia la localidad los estragos del incendio. «Es una tristeza ver todo así», comentaba él. Han estado alojados dos días en Covarrubias y su intención era poder visitar las tres localidades del triángulo del Arlanza. «Hemos venido porque en el hotel donde estamos hospedados nos han dicho que ya podíamos hacerlo. Hemos caminado también hacia La Yecla», señalaba ella. Un poco más adelante, una pareja con dos niños pequeños, de unos tres años, subían por la calle La Cadena con cierta mueca de decepción tras haber intentado visitar el monasterio y encontrarse en la puerta con un cartel que anunciaba que ayer, martes 26, permanecería cerrado al público, a pesar de que parte de la comunidad que lo habita ya habían vuelto.
Y entre el gentío de Santo Domingo de Silos, turistas, más turistas, niños del pueblo mirando hacia la ermita de la Virgen del Camino, que se quedó a unos metros de las llamas, vecinos que se anticiparon a la autorización comprando el pan y la prensa y comerciales visitando a hoteles y bares, la mayoría ayer por la mañana con la puerta aún cerrada. Y en los corrillos hablando de lo sucedido, de lo que pudo pasar y no pasó, del más que susto de estos días y de cómo los vecinos de los pueblos de alrededor se volcaron para evitar que la catástrofe natural destruyese por completo el Parque Natural.
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