Paula y Montse, sobre todo esta última, abrazan su ejemplar de De ninguna parte realmente emocionadas. Acaban de conseguir la firma de su autora, Julia Navarro, ¡y una foto! Tan nerviosas están que no aciertan a meter ese tesoro en la bolsa. Estas cosas son las que provoca la Feria del Libro. No solo en los lectores. También en los escritores.
«Me resulta muy emocionante el reencuentro con los lectores. Ha sido una época muy dura para todos y durante la pandemia muchos se reencontraron con la lectura», cuenta y observa esta realidad como lo único positivo de esta crisis.
Lo de que íbamos a salir mejores de ella... «No es que sea escéptica sobre la condición humana, pero creo que los seres humanos somos iguales desde el principio de los tiempos», remacha una autora que confiesa que lo único que le interesa cuando se pone a escribir es, precisamente, indagar en esa condición humana.
Lo vuelve a hacer en De ninguna parte. «El último misterio que hay en la Tierra es el hombre. Siempre busco los porqués. Esto es lo que me lleva a escribir», destaca y añade que en esta novela se pregunta por qué un crío que sueña con ser ingeniero un amanecer se tuerce su vida en un campo de refugiados en el sur del Líbano y se termina convirtiendo en un terrorista sanguinario.
«No siempre encuentro la respuesta, pero la única manera de entender las cosas es plantearlas». Y ella pone negro sobre blanco el problema que ha sufrido Occidente con el terrorismo de raíz islámica, la inmigración y la relación de los medios de comunicación con el poder, «cómo la larga mano del poder político y económico siempre intenta condicionarlos».
¿Lo intenta y lo consigue? «Desgraciadamente, lo consigue en multitud de ocasiones», dice la periodista, que ya tiene otra novela entre manos. El confinamiento, a su pesar, dio de sí. «Yo necesito que la vida me visite. Yo me nutro de la vida, los demás son mi fuente de inspiración», resuelve feliz de volver.