El adiós a una laboriosa y emotiva tradición

B.A.
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Hoy podría ser la última vez que se ve en Fuentelcésped el ramo de rosquillas que se ofrece a la Virgen de Nava cada año desde hace siglos

Sergio del Val portando el ramo de rosquillas hace quince días.

En muchos de los pueblos de la comarca cada vez es más difícil mantener las tradiciones. Varias se han perdido y otras se han conservado gracias al tesón de los vecinos. Algunas, en cambio, podrían estar a punto de desaparecer, como el ramo de rosquillas que los vecinos de Fuentelcésped ofrecen a la Virgen de Nava cada año desde hace siglos y que es uno de los símbolos protagonistas de las fiestas más importantes del pueblo. 

Es imposible datar desde cuando existe esta tradición, pero los vecinos de la localidad ribereña aseguran que esta ofrenda se viene elaborando desde hace más de doscientos años. En realidad este ramo consiste en un armazón de madera con unas enaguas, en las que se cosen a mano y una a una las rosquillas que previamente se han cocinado, y que se saca a procesionar en diferentes momentos de los actos religiosos de la fiesta. La dificultad viene a la hora de elaborar esas rosquillas, ya que es un trabajo muy costoso, además de cuya receta y forma de preparar conocen muy pocas mujeres del pueblo, algunas ya mayores y cansadas de hacerlas, por lo que este año, en concreto hoy sábado, puede ser la última vez que este ramo de rosquillas se vea por las calles de Fuentelcésped. 

El ramo pesa más de cincuenta kilos y lleva cosidas 142 rosquillas, la mayoría de ellas conocidas como rosquillas de cañada, las típicas de la localidad. Su masa está hecha a base de yema de huevo, manteca, aceite, azúcar, azafrán, aguardiente, naranja y limón, mientras el relleno es una mezcla de piñón, miel, chocolate, canela, naranja y limón. «Son dos jornadas de trabajo enteras haciendo las rosquillas, porque siempre hay que hacer más por si alguna se rompe. Además, se tardan otros dos días en coser a mano cada rosquilla», explica Sergio del Val González, la persona que este año regala ese ramo, es decir quien paga el coste de hacerlo, unos 600 euros, a modo de devoción y agradecimiento hacia la Virgen de Nava y también quien se encarga de portarlo durante las procesiones. 

El año pasado ya costó que saliera el ramo y este, de las tres mujeres que habitualmente lo hacen, solo han podido dos, por lo que en el pueblo sienten que es una tradición que puede desaparecer. «A parte de que es muy laborioso pocas personas conocen la receta», lamenta Sergio del Val, que recuerda que según le han contado sus antepasados nunca ha dejado de salir, sin embargo algunos años sí que se han hecho dos, porque había dos personas que querían regalarle. 

Las fiestas de Fuentelcésped en las que el ramo es uno de los protagonistas se celebran durante dos fines de semana. «Antes eran durante la Virgen de septiembre, pero venía tanta gente al pueblo que se acababan todas las uvas y todo el vino y se decidió cambiarlas de fecha», explica Sergio del Val, que afirma que como la Virgen de Nava siempre ha procesionado con San Antonio y San José se apostó porque fueran el sábado más próximo al 13 de junio, día de San Antonio.

El viernes del primer fin de semana se acude en procesión a la ermita de la virgen para buscarla, lo que se conoce como la traída, que se celebró el 14 de junio. Tras dos horas de procesión, bailes y oraciones se llegó al pueblo, y allí en la entrada, en la zona que se conoce como las tres cuartas partes, se presentó por primera vez el ramo de rosquillas a la virgen, ya entrada la noche. A ese acto le siguió una ofrenda de flores y el sábado se celebró San Antonio, con una procesión en la que el ramo sale junto al resto de imágenes.

Durante los 15 días que la Virgen de Nava ha permanecido en el pueblo se ha celebrado misa y rosario todos. Mientras, el ramo se ha quedado a buen recaudo en casa de quien lo regala, hasta que llega el día de hoy, que es cuando se produce la llevada, es decir, cuando se devuelve la virgen a la ermita. Por la mañana se celebrará una misa de despedida y ya por la tarde se despide del ramo de rosquillas en el mismo punto donde se le presentó. La fiesta se traslada al entorno de la ermita, donde se cena y se canta a la Virgen de Nava una salve y el adiós, una canción muy emotiva antes de regresar a la localidad. 

Una vez acabada la fiesta, el ramo se sorteará hoy por la noche. «Se venden papeletas, además la gente del pueblo colabora y compra muchas. Se pueden vender entre 3.000 y 4.000, a euro cada una, y ese dinero es íntegro para la virgen, porque el coste del ramo siempre lo asume la persona que lo regala», explica el joven. El agraciado acude luego a casa de quien lo regala y allí desviste el ramo, es decir, va cortando cada hilo que sujeta a las rosquillas. «Normalmente a quien le toca suele dar alguna a quien ha regalado el ramo y a quien le ha vendido la papeleta, además de repartir entre familia y amigos. Una vez tocó a mi tatarabuela, se puso a repartir y se quedó sin rosquillas, tuvo que encargar que hicieran más y pagarlas a parte», relata el joven.