Son poco más de las siete de la tarde y en la parroquia de San Lorenzo no llegan ni a media docena las personas (prácticamente todas mujeres y de una edad elevada) que van desgranando los misterios del Rosario. Como es martes, son dolorosos, igual que el sentir de mucha gente católica frente a la realidad que ahora presenta la institución en Burgos, que lleva ya años enfrentándose al imparable descenso de fieles, al cierre de conventos y comunidades, a la marcha de los pocos y envejecidos religiosos que quedan en las mismas y a la ausencia de un número significativo de vocaciones. Este declive -lento pero sin visos de parar- se refleja también en la pérdida de influencia social, pues cada vez son menos quienes tienen en cuenta sus opiniones. La sociedad burgalesa camina hace ya mucho tiempo de espaldas a lo que puedan decir sobre cualquier asunto de índole moral los máximos responsables de la comunidad católica.
El propio arzobispo, Mario Iceta, ha reconocido en muchas ocasiones la situación pero sin excesivo pesar, al menos de cara a la galería. En este mismo periódico hace un par de años -cuando comenzó su mandato- afirmaba que el descenso de fieles le «ocupaba» pero no le preocupaba, debido a que «Dios no pide resultados porque esto [la Iglesia] no es una empresa». Más tarde aseguraba que enterraba a más sacerdotes de los que ordenaba y que la sangría de la marcha de órdenes religiosas aún no ha terminado en la provincia.
Puede que en este 'ocuparse y no preocuparse' esté la clave de las diferentes iniciativas que se están tomando para intentar insuflar un poco de oxígeno a una institución que, por momentos, parece más agónica. Hace apenas unos meses se ha conocido la nueva reorganización de la diócesis, en la que ha aparecido un departamento denominado Secretariado para el Primer Anuncio, cuyo objetivo es conseguir que las personas que alguna vez estuvieron implicadas en la iglesia y se alejaron y que aquellas que nunca se sintieron interpeladas por ella se quieran acercar. Se han iniciado ya varios proyectos en este sentido como la sustitución de los vetustos cursillos prematrimoniales por cenas donde las parejas pueden charlar de todos los asuntos, y se plantea la apertura de un centro juvenil con una oferta de ocio que pueda servir como nexo para implicar a la gente de menor edad. Y eso que este rango poblacional es el que, de momento, está dando algún signo de salir del coma. O al menos eso parece, a tenor de las informaciones que rodean al movimiento Hakuna, que el pasado día de Reyes llenó el Wizink Center con unas 15.000 personas que en un momento del concierto se arrodillaron «cantándole a Dios». Este colectivo -es, canónicamente, una asociación privada de fieles- ha cumplido su décimo aniversario porque nació durante la celebración de la Jornada Mundial de la Juventud de 2013, que se celebró en Río de Janeiro (Brasil) y a Burgos llegó a finales de 2020 de la mano de una joven que estudiaba en Salamanca, donde lo conoció, y lo trasladó a su ciudad de origen.
Parte del grupo de burgaleses que estuvieron en el WiZink Center el pasado día de Reyes. En el grupo está el cura Enrique Ybáñez. - Foto: Hakuna'Santos de mierda'. El boca a boca y, sobre todo, su forma de presentarse ante la sociedad con pegadizas canciones pop cuyas letras parecen dirigidas a un amor juvenil y muy sensual y no a Dios, mucha presencia en redes sociales, un lenguaje propio plagado de anglicismos y de jerga, unos libros con titulares impactantes al estilo clickbait como Santos de mierda o Jesús es la hostia y, sobre todo, una enorme emocionalidad por bandera, han hecho el resto. En la actualidad, hay implicadas en la ciudad cerca de un millar de personas, según sus responsables. Solo en un grupo de whatsapp hay cuatrocientos jóvenes, a los que se suman alrededor de doscientos adultos y otras tantas personas más vinculadas a otra realidad eclesial también emergente y hermana denominada Effetá, que lleva por bandera el secretismo absoluto sobre lo que ocurre en sus encuentros de fin de semana.
Es cierto que mantenemos en secreto nuestros encuentros. Nadie encontrará imágenes de lo que se hace allí», Sergio Bragado, corresponsable de Effetá
Isabel Heras es la coordinadora de Hakuna en Burgos, tiene 25 años y es profesora de música en un colegio concertado. Miriam Tielve, de 30, también maestra, y Sergio Bragado, de 26 y que trabaja en una empresa de recursos humanos, son las caras visibles de Effetá. Son quienes aparecen en la imagen de la izquierda en el coro de San Lorenzo. Es esta iglesia el centro neurálgico de las «nuevas realidades eclesiales» ante las que se muestra entusiasmado Enrique Ybáñez -el singular párroco de 39 años, sonrisa permanente, delgadez extrema, sotana y patinete- a quien todos señalan como el motor y aglutinador de estas actividades e iniciativas, aunque tanto los jóvenes como él mismo insisten en decir que es la chavalería la protagonista. Lo que sí está claro, escuchándoles, es que adoran al cura de una forma hiperbólica . «Nos estamos relacionando con un santo», dice textualmente Miriam Tielve en referencia a Ybáñez.
Sergio Bragado, Isabel Heras y Miriam Tielve. - Foto: Luis López AraicoHakuna es obra de otro sacerdote, José Pedro Manglano, mejor conocido por sus acólitos como Josepe, desligado del Opus Dei después de años de pertenencia a esa prelatura por decisión de sus responsables, que entendieron que no era compatible su actividad con la del nuevo movimiento. «El otro día, precisamente, Josepe decía en la misa de acción de gracias que no sabemos cómo ha llegado el movimiento hasta aquí. Decía que era como un bebé que no se sabe hasta dónde va a llegar. Era un grupito pequeño y ahora a nivel nacional es brutal y a nivel internacional ya ha llegado a Latinoamérica y hasta a Corea», explica Isabel Heras, que se hizo 'pringada' recientemente.
Hemos venido a salvar el mundo, a que todos lleguen al cielo y no se pierda nadie», Isabel Heras, coordinadora de Hakuna
En su particular jerga, Hakuna llama pringados a aquellos que dan un paso más y se comprometen con el carisma, «aunque no hacemos nada que no hagamos ya de continuo todo el staff, todos los que vamos a las horas santas». Por ejemplo, ir a misa todos los días, «que es algo que hacen todos los cristianos de los que nos rodeamos». Y el plato fuerte y bloque central del movimiento son esas 'horas santas', que se celebran un par de días a la semana en San Lorenzo y que no es otra cosa que rezar ante el Santísimo con canciones después de haber mantenido una charla formativa sobre «los misterios de Dios» con un sacerdote o un invitado: «Las canciones nos ayudan a rezar: rezamos lo que cantamos y cantamos lo que rezamos». Todos los jueves y los viernes, la iglesia se llena hasta la bandera.
«Soy una pringada y orgullosa. Pringarse es darse totalmente, entregarse a lo que Dios te pide, en este caso adoptar estilo de vida Hakuna, que es vivir arrodillados ante Dios y los demás, hacerlo sencillamente, todos por todos y buscar que no se pierda nadie, sonreír y mirar a los ojos. No hemos venido a criticar sino a salvar al mundo, a que todos lleguen al cielo», señala la joven, que reconoce no está muy puesta en la relación de su movimiento con el Opus Dei.
Isabel Heras supo de Hakuna a través de la música: «Ya conocíamos sus canciones, así que mi chico me dijo un día que venían a Burgos a tocar y que si íbamos al concierto, pero no era un concierto, era una hora santa. Yo nunca me había expuesto al Santísimo y fue brutal. Era creyente pero no mucho aunque sí tenía alguna motivación de voluntariado. Sentí que eso era para mí, no podía parar de llorar porque todas las canciones me interpelaban, fui poniendo letras a todo lo que tenía en el corazón y tuve presente a Dios, que está ahí para ti, que eres especial porque te ha elegido».
Esta individualidad y la emocionalidad son muy 'estilo Hakuna' -que en Burgos no tiene tanta consideración de movimiento de 'cayetanos' como en Madrid, aquí hay más mezcla de jóvenes de diferentes extracciones- y lo que pone en alerta a algunos observadores católicos, que ven en este Dios al que rezan y cantan los jóvenes, a un Dios «blandito y bonachón, amoroso y que les da la seguridad de ser amados como seres únicos», muy en consonancia con la fragilidad generalizada y la volatilidad con la que consumen todo las nuevas generaciones, muy afectadas por las diferentes crisis y más sensibilizadas con aspectos como la salud mental: «Necesitamos cariño y hemos visto que Dios nos quiere a cada uno como somos. Lo dice muy bien la canción Pasión de Dios, que habla de la gente que es rechazada por ser de una manera o de otra», añade la coordinadora, que asegura que en Hakuna todo el mundo tiene sitio independientemente de quién sea, de su situación o su orientación sexual. Las mujeres, añade, ocupan el mismo lugar que los hombres.
Nuestro nexo de unión con Hakuna es el Dios Hostia, que es Dios hecho carne», Miriam Tielve, corresponsable de Effetá
La escuchan atentamente su amiga Miriam Tielve y su amigo Sergio Bragado, de Effetá. La primera cuenta que el nexo de unión con Hakuna es «el Dios Hostia, que es Dios hecho carne, hecho eucaristía». Esta sorprendente expresión, 'Dios Hostia', hace referencia «a lo que se ha hecho toda la vida pero en plan 3.0, la adoración eucarística se ha hecho siempre pero ahora la llevamos a cabo nosotros y le hemos dado el aire de nuestra generación». Sergio Bragado añade que la metodología de Effetá es propia y no niega que se basa en unos encuentros misteriosos sobre los que no se puede hablar una vez realizados. «Sí es cierto ese secretismo. Si buscas Effetá en internet no encuentras ningún contacto ni vídeos de lo que se hace allí. Funcionamos por el boca a boca y un alto porcentaje de la gente que viene a nuestros retiros, mucha de ella atea, lo hace por pura curiosidad aunque luego nos dicen que les cambia la forma en la que ven la vida», añade. El próximo -que será el sexto en Burgos- se celebra en abril en Rabé de las Calzadas.
Unidades pastorales. En un plano mucho más práctico, la diócesis de Burgos ha emprendido el camino de creación de unidades pastorales, que se definen como un conjunto de parroquias y otras «realidades eclesiales» como colegios, conventos o monasterios, que se agrupan para «crear una comunidad más viva y significativa», según explicó el vicario territorial Julio Alonso Medina, quien añadió que se plantean «frente a su debilitamiento causado por la despoblación, la indiferencia religiosa y el secularismo».
Como tal, aún no se ha formado ninguna a pesar de que se hable de ellas incluso en la web del Arzobispado, sino que están «en el itinerario hacia su constitución»; de hecho ya trabajan así San Lorenzo y San Gil, San José Obrero y San Cosme, El Salvador, La Ventilla y Castañares y más incipientemente San Antonio y El Pilar -todas ellas en Burgos-; Santa Catalina y San Juan de la Veracruz, en Aranda, o El Buen Pastor, Los Ángeles y Santa Ana, en Miranda.
Este proceso pasa por contar con una comunidad «suficiente para poder desarrollar la iniciación cristiana y continuar con el acompañamiento de la vida de fe en los jóvenes y adultos», un organismo de corresponsabilidad «que exprese y canalice la participación de la comunidad en la misión evangelizadora», una programación en la que se fomenten los servicios y celebraciones comunes y un equipo pastoral nombrado por el arzobispo y con un laico a la cabeza.