Si de algo se alegra Javier, burgalés de Villarcayo, es de haber consultado al HUBU por su problema renal en lugar de recurrir al País Vasco. «Acerté de pleno, porque ahora tengo calidad de vida. Entré al HUBU por Urgencias y en cuanto me vieron en Nefrología me dijeron lo que me pasaba», cuenta, destacando que «me he sentido bien atendido, valorado, escuchado y muy arropado». Tanto en los cinco meses en los que se dializó en el hospital, como cuando dio el salto a la hemodiálisis domiciliaria, en junio del 2022. «Al principio se ve aparatoso, pero en Nefrología te preparan tan bien que lo haces y, de repente, te sientes independiente. Por eso animo a otros a hacer lo mismo», dice.
El HUBU fue pionero en la implantación de esta técnica, que Javier ni contemplaba cuando le explicaron que sus riñones solo funcionaban al 20% y que tendría que depurar su sangre con una máquina hasta que surgiera la opción del trasplante. «Al principio de empezar la diálisis tenía ansiedad por un riñón donado, pero ahora no: tengo calidad de vida, estoy muy bien y contento».
El punto de inflexión está en el momento en el que empezó a 'limpiarse' en casa. «En el hospital lo normal es que te dialices tres días a la semana, durante cuatro horas, que acaban siendo cinco y pico por el antes y el después, hasta que te toman la tensión, has coagulado... Te limita mucho, porque te rompe el ritmo de vida y, aunque no quieras, ir tanto al hospital te mina psicológicamente», afirma, sin ocultar que la primera vez que le hablaron de la hemodiálisis domiciliaria «me sonó a chino».
La posibilidad de ganar autonomía lo convenció y empezó la formación. «Yo me veía motivado y valiente, pero en el HUBU me dieron mucha seguridad. Porque en Nefrología o te enseñan poco a poco y te ponen en todo tipo de escenarios, para que sepas responder una vez que estés en casa», cuenta, especificando que cuando llega ese momento, variable en función de cada caso, «viene una enfermera a supervisar cómo lo haces. Me dio el visto bueno y no he tenido ningún problema».
Ahora, Javier se dializa cuatro días a la semana -dos horas y media o tres- al levantarse o por la noche, mientras ve una película en familia. Ha vuelto a ir al gimnasio y «en breve» regresará al trabajo. «Los análisis ahora me dan mejor, porque he aprendido cuánto necesito a la semana», dice, animando a otros a probar esta opción. «Hago vida tranquila, pero normal. Igual que el que tiene diabetes», concluye.