El desconcierto reinaba entre familias y equipos directivos al finalizar el curso 2021-2022 por la aplicación en el siguiente de la nueva Ley de Educación (Lomloe) en los niveles impares, lo que suponía un cambio en los currículos y, en teoría, en los libros de texto. Sin embargo, la tardanza en su publicación frenó dicha modificación, de tal forma que en la pública se optó por una mínima renovación.
La medida afectará a partir de septiembre a las etapas pares, con lo que la sustitución de este material se ha dado este año de forma generaliza en la mayoría de los centros de la capital, afectando a un 80 o 90% de los volúmenes usados en las aulas y, por tanto, repercutiendo en el bolsillo de las familias.
Son los libreros los que conocen de primera mano esta situación. De hecho, no dudan en calificar la campaña actual de «muy fuerte», casi duplicando a la anterior en reservas y ventas, pero no así en márgenes comerciales, ya que, los negocios consultados aseguran no haber repercutido el incremento de los precios de este material en el consumidor final. «Han subido bastante, lo cual es vergonzoso, pero no podemos trasladarlo al cliente porque nos compra todo el año», explica Lucía Alonso, de Santiago Rodríguez. Entre los dos y tres euros por libro sitúa Verónica Delgado, de El Bosque de Libros, dicho aumento, al tiempo que valora que se «han ajustado» los costes y valora que este mercado genera «mucho trabajo pero poco beneficio», teniendo en cuenta, según agrega, que las editoriales «solo nos admiten el 12% de las devoluciones».
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